El sueco de Aguamarga pone a la venta la casa de las ‘celebrities’

4,5 millones es el precio de esta mansión por la que han pasado Felipe González o los príncipes de Suecia

La propiedad cuenta con 570 metros de arquitectura mediterrránea frente a la costa de Níjar.
La propiedad cuenta con 570 metros de arquitectura mediterrránea frente a la costa de Níjar.
Manuel León
01:00 • 25 oct. 2016

Hace veinte años apareció por Aguamarga un aventajado abogado de celebridades escandinavas. Era aún un territorio enigmático, sin daiquiris, sin hamacas, sin hoteles alfombrados, más de bohemios apretados de bolsillo que de soberanos europeos; era -cuando llegó el letrado Lennart Tengroth- una aldea nijareña donde sesteaban el fotógrafo parisino Teo Cabestrero, José María Moreiro y  aún antes el cónsul Rafael Lorente.




Al sueco, que llegó por una carretera tortuosa en un coche alquilado en el aeropuerto, lo hechizó Aguamarga como si lo hubiera mirado una morena de ojos negros como la pez. Se adentró en el mismo paraje nijareño que frecuentó Goytisolo y apagó el motor cuando se asomó a la Cala del Plomo.




Tengroth quedó preso, entonces, de una fiebre amarilla por ese lugar y juramentó que edificaría  una casa allí, a miles de kilómetros de la nieve de Estocolmo. Allí invirtió en un hotel -La Joya-, compró varios centenares de hectáreas rústicas y el mejor solar orientado al sol naciente lo reservó para albergar a su familia de cuatro hijos. 




Hasta que Tengroth empezó a hacerse el sueco y a recomendar el caserón a amigos y clientes. En esa mansión mediterránea, a la que llamó de forma estéril Los Balates -todo el mundo la conoce como la  Casa del Sueco- se fumó algunos Habanos Felipe González cuando era presidente de España.




Más recientemente, en la primavera de 2013, se anegaron allí de luz mediterránea la princesa Victoria de Suecia y su consorte Daniel Westling, quien antes de ser príncipe era director de un gimnasio en Estocolmo donde trabajaba como entrenador personal de ejecutivos, entre ellos el ilustre Tengroth que iba a ser su casero.  No consta que estuvieran, aunque así se difundió en distintos medios de comunicación, ni los entonces príncipes de España, Felipe y Letizia, cuando visitaron el Levante almeriense en el Puente de Todos los Santos de 2013, ni los de Holanda, Guillermo y la argentina Máxima Zorreguieta, ahora reyes de Holanda.




Finca de ciruelos
Ahora, varias décadas después de esa fascinación por ese pueblito de pescadores, Tengroth ha puesto a la venta la casa de sus sueños por la que ha rodado tanto pedigrí.




La comercializa Barnes International Realty, con la colaboración de Idealista, y sale a la venta por 4,6 millones de euros. Suma 570 metros encalados con un estilo mediterráneo y vistas al mar de Ulises. Dispone de siete alcobas y un gran jardín junto a una piscina y muros exteriores de piedra rodeados de montañas y una casa para invitados.




No es la primera propiedad que pone a la venta el abogado nórdico. Hace unos meses cerró una operación de venta de 180 hectáreas de suelo agrícola al Grupo El Ciruelo de Murcia que cultiva melocotón, nectarina y ciruelas.


Nadie sabe en qué manos puede caer ahora una de las casas más populares de Aguamarga, ese pueblo que pasó de ser rincón de bohemios  madrileños a despertar suspiros entre famosos como Iker Casillas o Shakira.


La casona más cara está en Rodalquilar
La casa más cara de Almería a la venta está en Rodalquilar y cuesta 12 millones de euros contantes y sonantes. Un saldo, si se tiene en cuenta que hace cinco años se vendía por 20 millones, casi el doble.


Se trata  del Cortijo Los Gorriones, una villa enclavada en una superficie de 20 hectáreas -donde veraneó el exministro Rodrigo Rato-  con un jardín de 30.000 metros 1.700 olivos y 3.500 palmera que, a 500 metros, casi roza el mar del Cabo de Gata. No hay nada igual puesto  en el mercado en la provincia, a través del portal Idealista.


La construcción original de este oasis arquitectónico comenzó a mediados de los años 90 por este valle almeriense Chistian Alexander Feldmeier,  un reputado médico alemán que dotó al conjunto de un estilo colonial que aún conserva.
En 2005, lo adquirió el actual propietario, un promotor urbanístico que rehabilitó la finca respetando la filosofía constructiva del galeno germano.



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