Siempre las hubo, pero no como ahora, que se cuentan a cientos, incluso a miles y que han llegado a ser un grave problema para la estética de la Catedral. Las palomas de la Seo almeriense no respetan escudos de armas ni gallardetes, ni cabecitas de ángel, ni friso que valga.
Estas zuritas catedralicias cagan -llevan años cagando- donde pillan, mientras contemplan con sus ojos de ave la ciudad, desde uno de sus bastiones más álgidos.
Palominos con pedigrí de siglos invaden la Puerta principal del monumento y la fachada vicaria de Los Perdones, con huecos mullidos de cacas parduzcas que se pueden divisar desde las ventanas de los edificios colindantes de la calle Velázquez, con las columnas de piedra arenisca llena de churretes de la época en la que se usaba paletó.
Las torcaces no han respetado tampoco la cumbre del campanario, que presenta una estampa ruinosa de mierda debajo de los badajos.
Situación extrema
La situación extrema y el evidente deterioro del principal monumento religioso de la provincia, ha provocado la reacción del Cabildo catedralicio que ha dispensado una partida que ronda los 60.000 euros para paliar este grave problema estético y de salubridad para los feligreses y vecinos en general.El obispado ha encargado al estudio del arquitecto Miguel Nieto con la colaboración de la empresa Rehabitec, la adopción de medidas que alejen a las palomas, de forma pacífica, del templo renacentista diseñado hace cinco siglos por Juan de Orea. La empresa ha comenzado por la Puerta de los Perdones, donde ya se han colocado los andamios, y continuará el tratamiento en la fachada principal.
El sistema elegido para aminorar la presencia de palomas en el monumento es el de colocar pinchos como alfileres transparentes en las bases de las cornisas para que las aves sientan el daño al posarse y se alejen de la fachada.
En un principio se pensó en la utilización de un gel que desorienta a estas aves para que no vuelvan, pero se ha optado por la seguridad de los pinchos. Este sistema ya se ha probado con éxito en la fachada de la Iglesia de las Puras.
Otro sistema que se utiliza en el Palacio Episcopal es el de una banda magnética que provoca minidescargas eléctricas en las aves propiciando que se alejen. Este mecanismo no se ha podido utilizar en la Catedral por la cantidad de elementos escultóricos que posee en su frontis.
El vicario de la Diócesis, Miguel Romera, explica que “es la primera vez que se actúa de forma decidida para atajar este problema porque estamos comprobando cómo los ácidos de los excrementos de las palomas están corroyendo algunos valiosos elementos arquitectónicos”.
Problema de salubridad Recuerda Romera que “el ayuntamiento hace unos años colocaba jaulas en el tejado, pero no era efectivo ya que se capturaban muy pocos ejemplares y era cruel ya que algunos morían de hambre”.
Romera, que estudió de niño en el Seminario que estaba en la Plaza de la Catedral, no recuerda que hubiera tantas palomas como ahora, “se ha agravado porque algunos vecinos las han estado alimentando durante años con migas de pan junto a la escultura del Obispo Ventaja y además se distinguen por una gran procreación”.
El problema no solo afecta a la Catedral, sino al entorno del barrio, puesto que el contacto con el detritus de paloma puede llegar a provocar enfermedades descritas como la psitacosis.
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