El alcalde de Almería, que se encuentra en Fruitlogística, colgó en su Facebook la foto de un tomate que se había vendido a 1,5 euros en Almería y que en una frutería alemana cotizaba ayer a 14, 98. Le replicó una seguidora con un calabacín de Caparrós a 14,99 en una tienda de Berlín. Es la prueba más que evidente de que las denunciadas diferencias de precios en origen y destino se antojan desproporcionados y que las quejas de los productores almerienses no van desencaminadas. Esta imagen de tomates y calabacinos urcitanos a 15 euros en pleno corazón de Europa demuestra que muchas más bocas de las que parecen comen del trabajo que se realiza en los invernaderos de Almería. La ley de la oferta y la demanda, de la climatología, con diferentes intereses tirando de una misma cuerda, es la que manda, pero todo tiene un límite.
Tras la polémica suscitada en torno a los precios de hortalizas como berenjena o calabacín -entre otros productos- y el posterior descenso de las cotizaciones, COAG Almería lanza un llamamiento a las principales comercializadoras de la provincia para que actúen con transparencia y den a conocer públicamente el volumen de producción semanal.
“Son datos que las alhóndigas y cooperativas tienen de primera mano, ya que a los agricultores nos piden con una semana de antelación que hagamos una previsión de recogida de producto a una semana vista”, aseguran desde la Organización Agraria quienes critican que “no se ha recuperado el volumen de comercialización de las hortalizas para que hayan disminuido los precios de esta forma tan brusca”.
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