Salvador Muñoz Molina, un pastor almeriense que llevaba sus cabras y ovejas a rumiar la hierba de la Alpujarra, se cansó de hacer el hato todos los días, de silbar al perro entre las breñas y de anudarse la pelliza para no pasar frío: se hartó de tanto silencio, de tanta soledad allí en Cherín, tan lejos de una buena lumbre, y decidió poner mar de por medio.
Recién casado con Francisca Aguado, emigró el matrimonio a la ciudad de Jujuy en un vapor transatlántico a mediados de los años 20, comprando el pasaje con el dinero de la venta del ganado. Llegaron a ese punto porque era donde se había afincado años antes su hermano Baldomero. De allí dio el salto el emigrante Salvador a la vecina ciudad de Salta donde empezó arrendando tierras para cultivar verduras y donde tuvo seis hijos que empezaron a ayudarle en sus incipientes negocios agropecuarios al norte de Argentina, casi lindando con Chile. Tanto le fue bien que se llevó a su padre y a su cuñado Serafín que luego se diseminó por la zona de Córdoba.
En Salta -como una segunda Almería por la cantidad de emigrantes almerienses que allí llegaron soñando con hacer fortuna- la familia Muñoz Aguado fue creciendo y crearon la empresa Hijos de Salvador Muñoz que aún se mantiene dedicada al cultivo de grano, frutas, hortalizas y a la crianza de ganado.
Solo volvió una vez el patriarca a su tierra natal antes de morir y de que el negocio pasara a su hijo Salvador, quien hace doce años, ante la observación de que el turismo de montaña y selva crecía en la región salteña, poblada por un millón de habitantes, se lanzó al proyecto de abrir un hotel de lujo y eligió por nombre ‘Almería’, la tierra de sus ancestros.
Salvador Muñoz Aguado pasaba todos los años una temporada en Almería con su esposa Lilia Llaya y aprovechaba para saciarse de marisco almeriense y para ver a sus familiares, algunos de ellos dedicados a la agricultura con la empresa Almafrut, en Aguadulce.
Tres generaciones
Tras fallecer Salvador Muñoz Aguado hace cinco años, han asumido los negocios de estos almerienses de la diáspora los miembros de la tercera generación. Junto a sus hermanos que explotan la parte agropecuaria, es ahora Alfredo Muñoz, el nieto del pastor que apacentaba el rebaño en Cherín, el que dirige el Hotel Almería, de cuatro estrellas, en el centro de la capital salteña. El establecimiento, adornado con la figura de un indalo, está ubicado en un antiguo edificio colonial español.
Recientemente el ministro de Cultura y Turismo de Argentina, Mariano Ovejero, entregó a la familia Muñoz un reconocimiento por la destacada labor del Restaurante Don Salvador integrado en el Hotel Almería, que fue distinguido con el premio International Hotel&Restaurant Quality Award en la feria Fitur en Madrid.
Alfredo Muñoz señalaba ayer desde Salta para LA VOZ que “son muchos los españoles y algunos almerienses los que se hospedan en el hotel atraidos por el nombre y por los platos típicos”.
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