Un almeriense de Garrucha triunfa con una franquicia de helados artesanales

Yoyland es la marca de J. Luis Rosa Soler que dejó un sueldo de 33.000€ para montar su empresa

José Luis  Rosa Soler (Garrucha, 1989), elaborando uno de sus helados artesanos.
José Luis Rosa Soler (Garrucha, 1989), elaborando uno de sus helados artesanos.
Manuel León
14:14 • 14 feb. 2018

Su sueño comenzó -como el de aquellos españoles que se iban a Suiza o Alemania décadas atrás- con dos maletas y 40 kilos de ropa limpia facturada en el aeropuerto de El Alquián. Tenía solo 21 años en vena y pensaba -como James Dean- que el mundo se acababa y tenía que darse prisa para hacer todo lo que le bullía en su interior. 
José Luis Rosa Soler dejó su patria -Garrucha -su casa en Baya Yesera, sus estudios de empresariales en la Universidad de Almería, y se marchó a Londres a comenzar una nueva vida. 




Se hospedó en  una habitacioncita con tejado de teja, en el barrio de Leytonstone, donde David Beckham dio sus primeras patadas, y se empleó de inmediato como pinche en el Tentatione, un restaurante italiano donde no paró de alumbrar fuentes de raviolis para británicos ávidos de pasta napolitana.




 Abandono los fogones y se incorporó a la cadena de tiendas de moda Abercrombie And Fitch, donde fue subiendo de escalafón, donde   empezó a soltarse con el inglés, trabajando con ilusión con compañeros de Japón y de Sudamérica. Y desde allí oteó en el horizonte una oportunidad mejor para seguir progresando en las procelosas aguas del mercado laboral de la city. Entró en una firma de prestigio -la cadena sueca Biorn Borg, consagrada al célebre tenista-  donde fue adquiriendo bagaje para terminar como director de tiendas de la firma en Inglaterra. Empleo, salario de 33.000 euros netos anuales y buen tren de vida, pero no lo suficiente para anclarse. 




“Decidí abandonar esa zona de confort y hacer lo que había pensado desde que salí de mi casa, montar mi propio negocio y en mi tierra”. Y después de ocho años de vértigo londinense, el pasado verano puso en marcha el negocio que había estado rumiando los últimos meses. “Hice un plan de trabajo y ví que los helados eran un sector que no decaía ni con la crisis”, asegura. 




Importó maquinaria asiática y montó Yoyland en su pueblo,  una heladería en forma de submarino al lado del Puerto Deportivo que triunfó cada noche, con colas de media hora para probar los sabores, elaborados con ingredientes naturales, del que dicen que es el helado del futuro, con el eslogan de un ave zancuda. 




Este garruchero, con solo 29 años, ya ha conseguido abrir cuatro establecimientos de helado artesanal con su marca propia, Yoyland. Ha creado -dicen los que saben- un nuevo concepto de mantecado, una fórmula mágica con una supercrema de grasa natural que se hace a diario, donde radica su éxito, como la fórmula de la Coca Cola, patentada con la colaboración del  chef Michelin Juan Antonio Campoy.




Esta crema se mezcla con ingredientes naturales sin azúcar, como galleta, pistacho, nutella, naranja, higo, piña o frambuesa y se elabora en tres minutos ante el cliente. De Garrucha ha saltado a Madrid, donde ha abierto un establecimiento en la calle Gravina, en el barrio de  Chueca, y  a Toledo y Chiclana (Cádiz), donde ha inaugurado sendas franquicias y ha incorporado gofres calientes. Ahora sondea nuevas aperturas en Aguadulce y Roquetas en un camino que no sabe hasta dónde le conducirá.




Ahora, Yoyland empieza  a sonar a gloria bendita y José Luis se extienden por España como la mantequilla.



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