La pesca de arrastre, que propicia sustento a más de 200 familias en la provincia de forma directa y a miles de forma indirecta, está en jaque: la Comisión Europea tiene en el horno un Plan de Gestión para acotar esta pesquería, la más rentable para el sector, un arte con el que se captura la merluza, la gamba roja, la pescada, la brótola y el salmonete, entre otras especies.
Entre marineros y armadores de los puertos almerienses afectados -Almería-Garrucha, Carboneras y Adra, principalmente- ha cundido la voz de alarma y se intenta hacer un frente común para evitar que entre en vigor esta iniciativa europea para el Mar Mediterráneo, que, entre otras medidas plantea reducir casi a la mitad las horas de actividad y una nueva reducción de flota.
En este tablero de ajedrez, en el que deben jugar las comunidades de Andalucía, Cataluña, Baleares, Murcia y Valencia, jugará un papel fundamental la eurodiputada socialista Clara Aguilera, que actuará de ponente en estos debates. Aguilera presidió ayer una cumbre en Almería, en la sede de la Autoridad portuaria, donde estuvieron presentes representantes de las cofradías y asociaciones de armadores de los puertos del Mediterráneo andaluz (Málaga, Granada y Almería).
Aguilera aseguró que venía a escuchar al sector y defendió con contundencia el motor económico que supone esta actividad en muchos pueblos costeros de Andalucía. “Hay que decir que el Mediterráneo lo compartimos con Marruecos y no sirve de nada que nosotros hagamos un esfuerzo, si en la otra ribera no lo hacen”, explicó Aguilera. Añadió que “para pueblos como Garrucha, Motril, Vélez o Almería, esta pesquería forma parte de su idiosincrasia, mientras que España tiene 594 barcos de arrastre, Italia tiene 2.000, no vamos a permitir que desaparezca esta flota”.
Aguilera retó al ministerio y a diputados como Rafael Hermando a que defiendan también los intereses de este sector. “Espero que todas las comunidades consensuemos una misma postura y aprobarla el próximo marzo o abril”.
En la provincia faenan de lunes a viernes una flota de 42 barcos arrastreros que desembarcan cada día en los puertos un pescado y marisco fresco que abrillanta el prestigio de la hostelería local y que sirve como caja de resonancia para que acudan turistas, no solo a bañarse en las playas de esos pueblos del litoral, sino a degustar complementariamente la gastronomía marinera que proporciona el arrastre.
Sin esta flota que sale al amanecer y vuelve a vender a primera hora de la tarde, no habría merluza en su jugo en el Restaurante Sevilla, ni fritura de marisco en la Terraza Carmona de Vera, ni ración de gamba roja a la plancha en El Almejero; no habría salmonetes frescos en el Felipe de Carboneras o tapas de brótola en cualquier bar del Paseo Marítimo de la capital o de Garrucha o de Roquetas. Habría sí, mucho pescado congelado llegado de Senegal o de Italia, bien conservado sí, pero sin la atracción turística que ejerce el reclamo del pescado fresco almeriense.
Andalucía tenía 159 arrastrero hace una década y ahora tiene 93, frente a Marruecos, Argelia y Túnez que han multiplicado su flota en el mismo mar, sin que tengan que someterse a regulación.
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