Almería, centro del cambio hacia un nuevo modelo de bioeconomía

Cajamar presentó ayer lo que a todas luces es el camino a seguir si el mundo quiere seguir adelante con el sostenimiento de la actividad humana, de la vida en sí misma de cientos de millones de seres humanos.

La nueva entrega de su publicación Mediterráneo Económico se adentra en el mundo de la bioeconomía, un concepto multidisciplinar que apuesta por modelos de desarrollo sostenibles que abraza la economía circular, donde hasta los desechos son materias primas para ahorrar recursos naturales, la energía se plantea a partir de las renovables y el mundo como un enorme sistema productivo en el que nada sobra.

Almería, en el centro
En ese nuevo orden Almería está llamada a ejercer un papel protagonista, según señalaron ayer los coordinadores de este monográfico, Alfredo Aguilar, Daniel Ramón y Francisco Egea.

Este último, profesor titular de Química Analítica de la Universidad de Almería, sostenía ayer que la provincia está en ese tren de la bioeconomía, “pero no como uno más, sino ejerciendo de locomotora”.

Ese papel lo ha conseguido abanderando algunos de los cambios esenciales que han de producirse no sólo en España y Europa, sino en todo el mundo, para mirar de frente los problemas que pueden ocasionar el deterioro del planeta en las próximas décadas. Es el caso del ahorro del agua, la máxima rentabilidad obtenida de ella, del uso óptimo del suelo, un recurso en franco retroceso, en la aplicación de las energías renovables y sus aplicaciones, en el desarrollo de la biotecnología, las microalgas o el aprovechamiento de la biomasa.

Alfredo Aguilar y el presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, recordaban que el ser humano tardó dos mil años en alcanzar los 3.000 millones de habitantes, y sólo 80 en duplicar esa cifra, “pero es que en otros treinta estaremos por encima de los 9.000 millones de seres humanos y, con los modelos actuales, el colapso será inevitable porque necesitaríamos los recursos de cuatro o cinco planetas para sobrevivir”.

Estrategias
Los coordinadores de la publicación, y los 54 expertos de todo el mundo que han participado en la elaboración del volumen de Mediterráneo Económico , plantean pues la necesidad de un cambio de paradigmas, de estrategias de desarrollo capaces de obtener producciones para alimentar a un planeta al borde del agotamiento; y ahí entra en juego la capacidad de Almería para producir con unos recursos limitados y aportar las soluciones que en la provincia han supuesto un éxito en lo productivo y también en la sostenibilidad, entendida como económica, social y medioambiental.

Parece claro que en un futuro ya inmediato la gestión de la economía y los recursos ha de pasar por la sostenibilidad, “abandonando estrategias cortoplacistas para apostar por modelos sustentables en el tiempo y capaces de responder a las demandas de las sociedades”, afirma Eduardo Baamonde.

Oportunidades
Las propuestas de la bioeconomía de plantear un nuevo paradigma de gestión de los recursos disponibles de una forma sostenible y económicamente eficiente abre la perspectiva de disponer de actividades intensivas en tecnología y conocimiento que generan productos y servicios de alto valor añadido.

La extensión de ese concepto es, al mismo tiempo, la generación de nuevas oportunidades. Los hechos demuestran que se trata de un modelo capaz de generar riqueza y empleo, en muchos casos utilizando lo que hasta ahora se consideraban residuos. Sólo en Europa este sector de la bioeconomía genera anualmente un volumen de negocio de más de dos billones de euros y da empleo a 22 millones de personas.

Impulso 
Los expertos que participan en este trabajo, editado por Cajamar, consideran que los conceptos que incluye la bioeconomía están cada vez más extendidos entre la población y el reto es que llegue a los políticos, a los gobernantes, cuya acción será esencial para avanzar en ese modelo.

Dicen que ante los problemas que afectan al conjunto de la población hay tres posturas: “ignorarlos, como hasta ahora; adoptar posiciones radicales, llevando a su extremo el conservacionismo, lo que haría imposible atender las necesidades alimenticias del mundo; o utilizar las neuronas para un desarrollo sostenible, crear una nueva forma de gestionar los recursos del planeta, obtener riqueza y generar empleo sin llegar a destruir el planeta”.