El viejo casino donde bailaba la gente almeriense de postín, donde se jugaban los billetes verdes al bacarrá y a la ruleta, se llenó ayer hasta el último rincón -faltaron sillas- de vegueros de La Cañada, de campesinos de Canjáyar hijos de los antiguos exportadores de uva. La añeja estampa burguesa de esa estancia, de ese salón noble bajo un cielo de angelotes pintados al óleo, se democratizó como nunca en solo unos instantes cuando empezaron a acomodarse agricultores y ganaderos, mujeres también vinculadas a la producción de frutas y hortalizas junto a las feraces tierras del Andarax, gente de los invernaderos de Almería, de la economía real, que fueron escuchando sus nombres por el altavoz para recoger la resolución de la ayuda que ya podrán entregar al banco para que les anule la deuda.
Galdeanos, Ferres, Molinas, Saldañas, Barrancos se fueron repitiendo en una lista interminable, como cuando se pasaba lista en clase, antes de recibir el beso en la mejilla de Susana y el cheque correspondiente para mejorar la estructura de la finca, para comprar un nuevo goteo.
Paradigma de ese saber hacer y saber estar, paladín de ese nervio por ir mejorando día a día, de esa rebeldía contra el dolce far niente tan almeriense de los señoritos de antaño y hogaño, fue -en ese acto optimista de ayer, junto al sol septembrino que se derramaba por el cercano Paseo- Juan Salvador, un self made de la agricultura almeriense, el hijo de una librera del centro de Almería que ha aprovechado como pocos unas tierras de sus progenitores para apuntalar con orgullo campesino una aseada explotación agrícola y ganadera en Sorbas.
Su historia principió cuando con 18 años y sin ninguna experiencia previa decidió hacer lo que se hace en el mundo desde la Biblia: cultivar la tierra. Realizó un curso de Jóvenes Agricultores para adquirir conocimientos básicos sobre el campo. Se lanzó sin red con unos 7.000 metros de invernadero y unas cuantas hectáreas de olivar. Pasado un tiempo decidió apostar por la agricultura ecológica, siempre apoyándose en ayudas de la Junta, e incorporó la ganadería con 172 ovejas para carne. Adquirió maquinaria más moderna y eficiente con la que ha conseguido, Juan Salvador, criado entre novelas y libros de texto, ser más competitivo. En los últimos tiempos ha calefactado los invernaderos con restos de la poda de almendros y olivos y pretende colocar con la nueva ayuda de ayer paneles solares para regar.
Juan Salvador consiguió, con ese relato aliñado de empuje y ambición, con la narración sencilla de esa aventura emprendida hace ahora veinte años con la que ha creado decenas de empleos, emocionar a sus compañeros del sector que lo aplaudieron con generosidad.
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