Almería se convierte en la capital enológica española

Un selecto grupo de enólogos y bodegueros españoles están pasando estos días por Almería, convirtiendo a la provincia en la referencia nacional de un sector que goza de buena salud y que aspira a devolver a los caldos nacionales el papel protagonista que siempre tuvieron en las mesas de establecimientos y de los domicilios.

Llegaron para participar en la Cata de los Cinco Mejores Vinos de España, que se celebra anualmente en el Escánez de Garrucha, pero han desarrollado otras actividades paralelas, entre ellas una cita con el Colegio de Arquitectos de Almería para hablar de la ‘arquitectura del vino”.

Por Almería han pasado esta semana reconocidos bodegueros como Marcos Eguren (La Nieta o Alabáster), Agustín Santolaya y Mario Rotllant (Bodegas Roda),o Gerardo Méndez (Do Ferreiro), que suman tres de los cinco mejores vinos recogidos en las guías enológicas españolas y que, en el caso de Do Ferreiro, ha conseguido ser uno de los muy escasos vinos blancos en obtener cien puntos en las principales calificaciones.

Cuidar el entorno
Méndez y Santolaya afirmaban ayer que obtener grandes vinos responde a un compromiso personal, a una larga tradición familiar. Y defienden que en los procesos de producción han ganado terreno las cuestiones ambientales, la ecología del suelo, “que es el que debe aportar la riqueza que necesitamos para elaborar caldos de alta calidad y un profundo respeto por los procesos naturales”.

Se definen como apasionados de su trabajo y del vino, del que aseguran que su principal cualidad “debe ser siempre la de transmitir emociones a quienes los consumen, y eses sensaciones van desde la vida de los suelos, de las plantas, el respeto por ese entorno, el trabajo con las viñas o las uvas y un cuidado exquisito en la elaboración”.

Afirman que la Cata Ciega de los Cinco Mejores Vinos de España que se realiza en Garrucha “es un evento excepcional, único en España, que se ha colocado en el punto de mira de todo el sector y despierta enorme interés entre los profesionales del vino”.

Santolaya y Méndez aseguran que “no hay profesión más bonita que dedicarse a producir vinos, porque es estar en el campo, mimar las plantas y elaborar caldos que al fin y al cabo es un producto social que comparten con muchas personas.