Lo que hace unos años muchos tomaron casi como una broma, el cambio climático, es hoy una realidad que está cumpliendo escrupulosamente los pasos que la comunidad científica internacional había anunciado para un futuro cercano.
El clima en efecto está cambiando y esa realidad se ha convertido en la pesadilla del sector hortofrutícola almeriense que, durante cinco décadas, ha sido el dueño y señor de los mercados comunitarios en cuanto llegaban los primeros fríos al viejo continente.
Tiempo cálido El problema es que ese frío que tanto se espera por estos pagos no acaba de llegar y países en los que en teoría hace semanas deberían haber cesado las producciones siguen teniendo productos de temporada que llevar a la mesa de los consumidores
La cuestión es que si bien esas condiciones climáticas llegaban desde principios de octubre a las zonas más septentrionales de Europa, este año, cuando ya estamos en el mes de noviembre, el frío no acaba de arreciar.
Lógicamente no es sólo el retraso del frío, ese clima que algunos denominan el ‘veroño’, al presentarse temperaturas prácticamente veraniegas ya bien entrado el otoño; a ello se suma un aumento progresivo e imparable de la competencia, tanto intraeuropea como de los terceros países que eligen Europa para vender sus frutas y hortalizas frescas.
Reunión urgente
La consecuencia de esos y de otros problemas es una crisis de precios sin precedentes que ayer obligaba a la práctica totalidad de organizaciones del sector hortofrutícola almeriense a sentarse en torno a una mesa para tratar de lograr lo que nunca se logró: unir todas las voluntades y trabajar juntos para conseguir que las hortalizas tan primorosamente producidas se paguen debidamente.
Una cita en la que estuvieron presentes asociaciones de cooperativas y alhóndigas almerienses (Coexphal y Ecohal), la interprofesional de frutas y hortalizas Hortyfruta y las organizaciones agrarias Coag, Asaja y Upa. Buscaban analizar la crisis estructural por la que atraviesa la agricultura almeriense y trasladar esa situación al conjunto de la sociedad, y también definir qué medidas pueden servir para superar esa crisis.
Fuera de control
Coincidencia en que uno de los problemas que es urgente afrontar es que las cotizaciones de las hortalizas “no se manejan desde origen sino que son impuestas por la gran distribución y por la abundancia de producto debido a la buena climatología en los principales mercados de destino”.
Así de fácil y así de preocupante porque esa situación ha arrastrado a que este sea uno de los inicios de campaña más ruinosos de los últimos años. Crece entre los representantes del sector la idea de que el modelo agrícola de Almería “está dando síntomas de agotamiento”.
Y entre las causas de ese empeoramiento del modelo agrario citan “los elevados costes de producción, que ya suponen hasta diez veces más que en otros competidores, como es Marruecos”.
Ojo a Bruselas
El sector hortofrutícola almeriense reconoce que aún existe un déficit en la organización en origen, pero no quieren estar solos en esta pelea y por ello critican la falta de protección de la Unión Europea a sus agricultores frente a producciones de terceros países. Una queja que hacen extensiva al conjunto de las administraciones “ante circunstancias claves para la horticultura almeriense que no hacen más que empeorar la situación de falta de rentabilidad que está creciendo año tras año”.
Productores y comercializadoras han decidido iniciar una serie de acciones con las que pretenden dar visibilidad a esta crisis “y advertir del riesgo que está corriendo uno de los principales pilares de la economía provincial, que representa el 40% del PIB y casi el 30% del empleo”.
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