No es la primera vez que los productores levantinos se unen. El agua del Negratín es el mejor ejemplo: es el único trasvase de España que surgió y se financió a través de la iniciativa privada y ha reportado en más de veinte años miles y miles de jornales y ha generado riqueza complementaria al sector turístico. El agua, para el Levante, es un tesoro, al no disponer de las reservas acuíferas de la Sierra de Gádor en el Poniente. Su lucha ha sido la conquista del agua, como si fuese la conquista del Oeste. De ahí nació el Negratín y la desalobradora de Palomares operativa desde los años 90. El caudal del Tajo siempre ha sido irrisorio para apaciguar la sed de gente como Lorenzo Belmonte, Peregrín, Gonzalo Rojas o ahora la familia Cuadras o Navarro de Haro o los regantes de la Sociedad Agraria de Los Guiraos de Matías Cervellera.
Cuando iban a disponer por fin de una obra hidráulica de enjundia y duradera -la desaladora de Villaricos- viene una riada y se la lleva, hurtando desde entonces a estas empresas desde 2012 unos 120 hectómetros. La Sociedad de Regantes Aguas del Almanzora ya ha iniciado trámites para construir de su bolsillo otra desaladora de 30 hectómetros en la que se invertirán 60 millones.
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