La ocasión lo merecía. Se abrió ayer el salón noble del antiguo casino, se dispuso una mesa de ceremonias y el parqué parecía incluso más pulido que ordinario. Junto al espejo dorado se colocaron flamantes banderas y hasta los angelotes del techo parecía que soplaban las bocinas más fuerte que de costumbre.
No era para menos. Se iba a firma el convenio colectivo del manipulado, de los almacenes agrícolas, donde trabajan 25.000 almerienses envasando pimientos y sandías contratados por 150 empresas que generan unos ingresos de 2.300 millones contantes y sonantes a la provincia. Y se firmó por todas las partes implicadas como quien firma las preces de una boda: la administración, la bancada patronal, la sindical, inclinados sobre ese papel timbrado que recoge la hoja de ruta laboral entre los empresarios y los trabajadores. En el lateral de la mesa de bodas, asistiendo al envite y al convite, se veían representantes de cooperativas y alhóndigas, de Asempal, de UGT, de COOO, de la delegación de Empleo, expectantes por ver cómo por fin se cerraba una herida que ha sangrado mucho.
Han sido tres años de negociaciones, de subidas y bajadas de tono, de huelgas, de callejones sin salida que ayer por fin se volvieron a abrir; han sido tres años con 75 horas de negociación a cara de perro, con la intervención de ‘hombres buenos’, de fieles de la balanza de mediadores del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales como Angel Gallego, Francisco Pina, Juan Modesto Espinosa que han conseguido lo que parecía casi imposible junto con el delegado Emilio Ortiz.
Ahí estaba ayer el documento recién firmado, custodiado por la delegada del Gobierno, Maribel Sánchez, más feliz que en un primer día de vacaciones; ahí estaba presidiendo el acto la consejera Rocío Blanco y todo el personal respirando por fin con el nuevo convenio que regirá durante los próximos cuatro y que supone un notable avance para las condiciones laborales de los envasadores, en su mayoría mujeres, que llevan años cuadrando el círculo de la conciliación.
Ahora tienen recogido por escrito -haya volcanes o tempestades- sus subidas salariales del 2%, su disfrute de vacaciones, su mayor acceso para ser fijos discontinuos, más permisos por cuidado de hijos, el valor de las horas extras y otros legítimos conceptos.
Suena añejo hablar aún de convenios laborales en tiempos de big data, suena a todo aquello de la Transición cuando veíamos a Nicolás Redondo bajar por la margen izquierda de la ría de Bilbao seguido de una columna de estibadores con los brazos tatuados. Suena así, pero sigue siendo necesario ponerse de acuerdo, dialogar, ceder para ganar, que no parezca que haya vencedores ni vencidos, para que llegue ‘la pax romana’ a los almacenes, para que no vengan a hurgar las televisiones, para que Almería siga facturando y que un alemán pueda seguir haciéndose una ensalada en enero con tomate de Níjar o pepino de El Ejido.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/20/economia/222473/la-pax-romana-llega-por-fin-a-los-almacenes