El cambio climático está revolucionando los modelos de aprovechamiento y gestión del agua... pero en Almería esa batalla se inició hace muchos siglos; de hecho hace más de mil años que los árabes iniciaron una serie de planes para permitir que la agricultura fuera próspera.
Ahora científicos del Instituto Geológico y Minero de España (CSIC) como Juan José Durán o Sergio Martos, en un trabajo publicado por The Conversation, bajo licencia Creative Commons, rescatan los ‘secretos’ de la llamada “siembre de agua” que permite recolectar posteriormente esos recursos que se generan en las altas montañas de Sierra Nevada u otras de la provincia y permiten disponer de agua en los periodos más secos.
Reserva de agua
Durán y Martos traen a la memoria dichos peruanos (donde también se practica la siembra de agua) que indican que “quienes cosechan el agua sin haberla sembrado son ladrones”. El sistema de siembra es sencillo: consiste en derivar e infiltrar agua en el subsuelo y recuperarla en otros lugares unos meses o unos años después, según explican los investigadores.
Añaden que “no se trata de implorar a los dioses que llueva ni de levantar megaestructuras de hormigón, se trata de conocer los sistemas naturales de la Tierra y aprovecharlos sin dañarlos para que el agua no deje de brotar”.
Tradiciones
Como ejemplo apelan a la situación actual, que arrastra una prolongada etapa seca; las precipitaciones dejaron de producirse en Sierra Nevada poco después de marzo y, como consecuencia, hace meses que desaparecieron los neveros en las cumbres y varias lagunas emblemáticas se han secado. Pero sus ríos, manantiales y fuentes siguen brotando.
La explicación de los científicos es que los habitantes de las montañas semiáridas del sureste “aprendieron a sembrar y cosechar agua hace mucho tiempo, más o menos unos mil años, cuando las condiciones climáticas eran parecidas a las actuales”.
Esa delicada labor de ‘siembra de agua’ se realiza desde tiempos de los árabes a través de las ‘acequias de careo’, canales excavados en el terreno, sin revestir, que en algunos casos superan los 10 kilómetros. Están pensados para conducir el agua procedente del deshielo de la cabecera de los ríos e infiltrarla allí donde luego es más necesaria, llegando a los acuíferos que se desarrollan en las laderas.
Ese sistema permite modular el caudal de los ríos y escorrentías como si fueran embalses, pero “sin necesidad de hormigón, sin aportes de energía externos (funcionan por gravedad) y sin necesidad de importar tierras raras ni minerales estratégicos; sencillo, verde y eficiente”, señalan los dos investigadores.
Cultura del agua
En cualquier caso los almerienses son expertos en aprovechar los escasos recursos hídricos de los que suele disponer la provincia. Así lo atestigua Antonio Rubio, del Grupo Ecologista Mediterráneo, estudioso de las viejas fórmulas hídricas, que relata el hallazgo en un cortijo de Níjar de más de 8.000 cántaros antiguos. Esos recipientes se enterraban y se llenaban de agua y a su alrededor se plantaban las sandías que prosperaban gracias al exudado de los miles de cántaros y daban excelentes cosechas.
Las técnicas incluyen el diseño de acequias, aljibes, balsas y otros sistemas. Rubio recuerda una técnica denominada ‘apolcar’, practicada por un agricultor de Alcolea que cada mañana se despertaba antes del amanecer, acudía a su tierra y amontonaba la tierra humedecida por el rocío en torno a los troncos de sus plantas; nunca necesitó otro aporte de agua para ver crecer sus plantas y sus frutos.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/20/economia/246824/almeria-es-un-ejemplo-a-la-hora-de-aplicar-tecnicas-de-siembra-de-agua