Los jóvenes almerienses han desertado del palustres y las constructoras y las subcontratas se quedan sin mano de obra especializada para acometer el crecimiento de demanda de vivienda en la provincia. Falta de todo dentro del sector: fontaneros, albañiles, alicatadores, encofradores, gruistas, ferrallistas, yesaires, electricistas, montadores de ascensor y, sobre todo, encargados de obra.
“Tenemos una gran carencia de especialistas en el sector, esa es la verdad, además los que hay cada vez duran menos”, expresa Andrés Montiel un experimentador promotor que tiene que lidiar con este déficit cuando tiene que contratar a una constructora. En Almería hay una nómina de unas veinte empresas constructoras, desde el gigante Jarquil, y un centenar de empresas subcontratistas, que se las ven y se las desean para servir a sus clientes en un ramo con una gran temporalidad.
Esta escasez también la comparte José Luis Muñoz, presidente muchos años de la Asociación de Contratistas. “Hay mucha rotación y eso se nota en la calidad de las edificaciones, hemos tenido que tirar mucho de trabajadores inmigrantes que están de paso”, indica.
“Hemos intentado fomentar la formación desde la Fundación Laboral de la Construcción, pero lo cierto es que los muchachos de ahora no se enganchan”, explica. Cada vez menos jóvenes almerienses se acercan al andamio, a pesar de que los sueldos están muy por encima del salario mínimo, no hay relevo generacional en el gremio, un sector que llegó a ostentar el 20% de la población ocupada de la provincia. En 2008, cuando aún no se había agujereado la burbuja, Almería tenía 36.000 trabajadores afiliados en el sector de la Construcción y al cierre de 2023 se han quedado en poco más de 18.000, justo la mitad en apenas 15 años. Qué ha pasado por el camino: probablemente que quizá, en los días de vino y rosas que gravitaron en torno a 2005, el censo estaba inflado porque había demanda y generosos salarios; ahora, sin embargo, con las sucesivas crisis los sueldos han menguado y la demanda es más cíclica.
Lo que se entiende que ha podido ocurrir en esta década y media con el palustre y el hormigón es que muchos de los empleados que llegaron de aluvión volvieron a la hostelería o al invernadero.
El resultado es una carencia de mano de obra que hace que haya aumentado la necesidad de emplear a trabajadores extranjeros, cerca de 5.000 en la actualidad.
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