Almería se convierte en el santuario de ‘la cuenta propia’

Almería suma una década como el santuario de los autónomos en Andalucía. Ninguna otra provincia en la región tiene tal afán de emprendimiento como el que demuestran los trabajadores por cuenta propia en la provincia del Indalo. Para muestra un botón: en la actualidad, en la provincia de Almería laboran 63.000 trabajadores autónomos y en la última década el crecimiento neto ha sido del 7.000 nuevas altas.

Si se pone la lupa en la capital, más de 700 personas autónomas ha abierta una actividad económica en los últimos cinco años, situando a la ciudad por encima de los 13.600 autónomos, lo que constituye el 20% de las afiliaciones a la Seguridad Social. Todos estos datos forman parte del análisis realizado ayer en Almería por el presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos  (UPTA), Eduardo Abad, junto a la secretaria general de UGT en Almería, Carmen Vidal.

La evolución del trabajo por cuenta propia ha ido acompañada de una cuestionada transformación del mercado en la que se ha convertido en trabajadores autónomos a “trabajadores que realmente son trabajadores cuenta ajena”, según UGT. De los 24.000 autónomos que han crecido en la provincia de Almería en los últimos diez años suponen el 38% del crecimiento total de la afiliación de autónomos en la provincia habiéndose producido principalmente en sectores especializados como actividades profesionales científicas y técnicas, (32%) profesionales del ámbito educativo, (44%), actividades socio-sanitarias (43%). Sin embargo la figura del “falso autónomo” continúa patente, según UGT, y viene a suponer una subcontratación de profesionales altamente cualificados. Esto está produciendo una pérdida de activos en sectores tradicionales, donde, concretamente en la provincia en los últimos diez años, más de 570 pequeños comercios (3 pequeños comercios a la semana).

En el año 2024 únicamente 65 autónomos se han dado de alta como afiliados al RETA en el sector de la agricultura y ganadería, lo que supone un frenazo en las actividades tradicionales a la par del empuje de la subcontratación de servicios profesionales.