Corrían tiempos difíciles en la provincia de Almería en el año 1927, la miseria se extendía por pueblos y campos y la esperanza en el futuro era una quimera para miles de almerienses.
Salvador Muñoz Molina, pastor y peón agrícola, decidió entonces junto a su mujer, Francisca Aguado y una hija de corta edad, embarcarse en la mayor aventura posible: cruzar el Oceano Atlántico e instalarse en la lejana Argentina.
Han pasado 87 años, Salvador tuvo allí cinco hijos más, los nietos continuaron su labor y hoy la familia Muñoz es una de las más poderosas de aquel país. Sobre el esfuerzo del abuelo se han ido construyendo los cimientos de la que hoy está considerada una de las tres empresas más fuertes del sector agroclimentario argentino, con alrededor de 25.000 hectáreas en producción, una ganadería que cada año alcanza entre 10.000 y 12.000 cabezas de vacuno, y diferentes fábricas para la elaboración de conservas.
Los inicios Salvador Muñoz se instaló en la provincia de Jujuy, donde puso en marcha un negocio de reparto domiciliario de frutas y verduras. Trabajador y ambicioso, los primeros ahorros de su vida los dedicó a invertir en tierras de cultivo de los que obtuvo buenos resultados.
Animado por el éxito de sus iniciativas, llamó a su lado a su hermano, Baldomero Muñoz, que dejó también su Cherín natal para trasladarse a Argentina con sy familia. No sería el primero de los familiares y conocidos tentados por la llamada de Salvador. En los años siguientes, la década de los treinta y los cuarenta, más de veinte familiares y amigos tomaron el mismo camino para encontrar trabajo y futuro al lado del pionero en la emigración.
Los dos hijos varones de Salvador Muñoz, Salvador y Miguel, continuaron con los negocios familiares y a estos los sucedieron los hijos de estos, pero sobre todo los de Salvador Muñoz hijo, que empezaron a trabajar con su padre en 1983, año en que fallecía el fundador de la dinastía.
La tecnología Aunque con una gran extensión, la producción se realizaba en cultivos al aire libre, pero a partir del 87 iniciaron un proceso de innovación que las llevaría a la incorporación de tecnología y finalmente a la construcción de invernaderos. Hoy explotan más de 130 hectáreas de invernaderos y otras 800 de cultivos de hortalizas al aire libre, pero con riego por goteo y control de cultivos que los hacen muy productivos.
Junto a ello en torno a las 20.000 hectáreas de cultivo de judías (comercializadas sobre todo en países como España, Italia, Francia, Turquía o Argelia). El resto de la producción de hortalizas y grano se destina por completo al mercado argentino, donde es uno de los tres primeros operadores hortofrutícolas.
De Jujuy la empresa se expendió a Salta y otros puntos del país, un proyecto que ha crecido con la puesta en marcha de su propia industria de transformación vegetal.
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