Primero fueron canteros con bueyes y dinamita, después artesanos con mazo, ahora son marcopolos con brújula en la mochila, vadeando orillas, dispuestos a fabricar los sueños de los clientes, llave en mano, en cualquier parte del globo de Galieo Galiei: “pida usted lo que quiera, nosotros se lo hacemos”, desde una escalera de las mil y una noches en Budapest, a una pila baustimal en California.
Han evolucionado los hombres del mármol, los señores de la sierra, como lo han hecho los mercados. Llevan haciéndolo siglos. Nada hay en la provincia, nada, que haya aguantado tantos soles, desde los tatarabuelos de sus tatarabuelos.
Los mil acentos
Cumplían 28 años los Premios Macael, bajo la cúpula vaticana, sin frío, sin estufas que echar de menos, con los abrigos de piel reposando en el antebrazo.
Fue una gala austera, ágil, sin el espectáculo artístico acostumbrado, con los cinco continentes brillando en el recinto. Fue la noche de los mil acentos: desde el argentino de Ricardo Darín, al inglés de Dubai, desde el castellano de Hassan de Casablanca al americano de Kennedy que derrochaba Tony Malisani, el representante del Instituto del Mármol de América.
No hay nada en la provincia, quizá en toda Andalucía, con tanto fueste internacional, como estos galardones de Los Filabres, como esa Torre de Babel macaelera, con condecoraciones repartidas por los cinco continentes.
Un vídeo histórico, con el Patio de Los Leones, con aeropuertos resplandecientes de Blanco, fue el calzador de una velada ambientada por cerca de 400 asistentes, con dos mujeres presidiendo: una de Triana, Susana Díaz y otra de Adra, Maricarmen Crespo, con alcaldes y concejales de los pueblos de la comarca, como el seronés Juan Antonio Lorenzo, con diputados y senadores como Jesús Caicedo, con empresarios como Domingo García, con inversores como la Banca March, con chefs, como Dany García, con arquitectos como José Angel Ferrer, con consejeros como José Sánchez Maldonado, con expolíticos como Blas Díaz Bonillo, con productores como Denis Pedregosa, con clérigos como el padre Oscar Trujillo.
Brilló el edificio Pitágoras y de Tecnova, con sus lamas de mármol, únicas en el mundo, como la escalera húngara color miel, como el Blanco Macael de los apartamentos Le Yatch de Marruecos.Tendrá este año y los quevienen, la piedra de Los Filabres, la pedrea de verse reflejada en los cines de todo el mundo con la película Exodus, donde centellearán sus canteras remotas convertidas en el antiguo Egipto, merodeadas por elefantes africanos y por esclavos israelitas de la estirpe de José.
Cuánto suelo de las ciudades contemporáneas, cuánta grifería de palacios orientales, cuántas suntuosas avenidas y mansiones de ricachones están cinceladas con la piedra de la sierra almeriense extraída de la madre tierra.
Lo dijo Antonio Martínez, presidente de la Asociación de Empresarios: “somos flexibles, nos vamos adaptando bajo la inspiración del esfuerzo”; lo dijo la presidenta de la Junta: “este es un sector apasionante, que sabe sufrir y conquistar mercados”.
Una maleta
Pasan los años, las décadas y Macael, con altibajos, sigue siendo lo que es: un emporio industrial en medio de la nada, fijando la gente al territorio. No hay otra cosa, solo piedra, barrenos, hilo de diamante y una maleta llena de ilusión con la que recorrer el mundo.
Fueron desfilando -antes de que llegara el lomo de bacalao a los platos, el Ramón Bilbao a las copas y los cigarrillos al relente- todos los premiados por el escenario, bajo una luz tenue, con un fondo de dólmenes megalíticos, agradeciendo el galardón conseguido a los profesionales del oro blanco.
Se jugó una vez más en Macael, en la cima de la provincia, la Copa del Mundo de la Piedra, con Cosentino como paradigma de ese éxito, con su nuevo Dekton a toda mecha, y con otros como Tino, Cuéllar, Camar, Gutiérrez Mena, Arriaga, arropados por la industria auxiliar y entidades financieras como Cajamar, Unicaja, Bankia, Santander o Caixabank.
Hubo sensación de que se empieza a recuperar el pulso, tras años aciagos: con 134 empleos más -aunque con un 40% aún de paro- con 110 empresas laborando, con 550 millones de facturación prevista este año.
A las 22.30 estaban (casi) todas las palabras dichas y la rúbrica con la foto de familia de unos Premios que pasarán a la historia por las ganas de volver a nacer, como los israelitas del Exodo bíblico en la Tierra Prometida.
Ultimas palabras del presidente
Antonio Martínez recuperó unos premios que languidecieron un par de años por la detestable crisis. Lo hizo a sabiendas de que no todo el sector podía darle su apoyo, con un 40% de paro. Lanzó en la gala su última plática, acordándose de su familia, de los pioneros, del espíritu del 77 que fundó este colectivo, de los hitos conseguidos como el gas o como la Autovía a punto de llegar, por fin.
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