Almería alberga los Premios Alas a las empresas que abren mercados

La ejidense Alhóndiga La Unión y los empresarios del mármol obtuvieron galardón

Foto de familia de los premiados ayer en Almería
Foto de familia de los premiados ayer en Almería
Manuel León
01:00 • 29 ene. 2015

Fue un baño de talento exportador el que recibió ayer Almería: el PITA, la tecnópolis almeriense se vistió de domingo para albergar, en su flamante edificio Pitágoras, con una oscuridad de lobos en el exterior, la celebración de los XII Premios Alas que reconocen a las empresas que mejor saben abrir nuevos mercados en el exterior.





Laureles
En esa larga Avenida de la Ilustración, con las luces de la ciudad brillando lejanas, Extenda, la agencia Andalucía de Promoción Exterior organizó, por primera vez, este acto de entrega de laureles en Almería.
La entrega de los premios coincide con la reactivación del crecimiento exportador en  el último trimestre de 2014 en Andalucía, que, a falta de conocer el dato de diciembre, se sitúa como el quinto año consecutivo de récord de exportaciones.
El último dato conocido, de noviembre de 2014, arrojó un crecimiento del 12% de las exportaciones andaluzas respecto del mismo mes del año anterior, lo que supone un acumulado en el año de 24.225 millones de euros, un 0,6% más que en el mismo periodo del año anterior y el mejor registro de Andalucía desde que se tienen estadísticas.
Los galardones cuentan con cinco categorías. Una de ellas, la de ‘Ecommerce Internacional’, es de nueva creación y se estrena con la empresa sevillana Genera Mobile. La modalidad de ‘Iniciación a la Exportación’ fue para la empresa onubense Seabery Soluciones S.L; la de ‘Empresa Exportadora’ correspondió a la almeriense Alhóndiga la Unión; la de ‘Implantación en el Exterior’ a Ghenova Ingeniería S.L.U, de Sevilla, y el reconocimiento a la ‘Trayectoria Internacional’ fue para la Asociación de Empresarios del Mármol de Andalucía (AEMA), con sede en Macael (Almería). A la empresa almeriense Alhóndiga La Unión se le reconoció su capacidad de innovación. Registra unas cifras de exportación que superan los 100 millones de euros en el último año, el 66% de su facturación, principalmente hacia países como Alemania, Francia, Polonia o Italia. Además, cuenta con 750 empleados y avanzadas instalaciones en procesos de automatización y robotizado para procesar más de 250 millones de kilos de frutas y hortalizas al año.
La otra institución almeriense premiada fue Aema, en reconocimiento a 40 años de defensa de los intereses de un sector estratégico como el mármol.




La fiesta de los marcopolos en el PITA
Para Almería no es nuevo, lo lleva haciendo desde hace mil años: con la seda, con la plata, con la uva, con el tomate. Aunque, ayer, por primera vez, prestó su sala de baile a la fiesta andaluza de la exportación.
Comenzó la noche con los violines de Thomas y Vélez, sobre un escenario en penumbra, mientras, desde el atril consagrado al griego Pitágoras, alguien apelaba a un poema del no menos heleno Cavafis, como auriga de ese gen que hace vadear ríos y escalar montañas para vender productos. Algo de eso deben saber José Antonio Santorromán, Pedro Caparrós o David Fernández, que se encontraban entre los invitados.
El tecnoparque almeriense fue, por tanto, al tiempo que marcaban Torres y Neymar, un derroche de caras emparentadas con la aventura de vender fuera, con una maleta de cartón o con una terminal  Big data, con la premisa de hacer cosas que no se hacen en ninguna otra parte del mundo.
Lo contó Basilio Marquínez,  de la empresa tecnológica onubense Seabery: “descubrir es algo que hacen los andaluces desde que fueron los marineros que acompañaron a Colón a descubrir América”.
Lo contó Jesús Barranco, director general de la ejidense Alhóndiga La Unión, mientras en la pantalla se veían los pimientos amarillos como yemas de huevo en la sala de subastas.
Se mostró orgulloso Barranco de representar a La Unión, enorme su osamenta sobre el escenario oscuro, emocionado hasta las lágrimas al recordar a su padre, a su madre y al socio Miguel Figueredo. “Lo más difícil lo hicieron ellos”. Como cuando su padre Gabriel pegó un grito hace 25 años, en el babélico mercado de Copenhague: “¿Hay alguien aquí que hable español? Y apareció una mujer de Albox (cómo no): “¿Te has perdido, paisano?”.
Iban apareciendo en los vídeos la trayectoria de empresas ejemplares, admirables en su afán por conquistar consumidores, personas capaces de vender desde un pepino de invernadero a un videojuego.
Subían y bajaban del escenario los protagonistas de la noche y los encargados de entregar la simbólica Ala de bronce, como los veratenses José Antonio Flores y Pepe Cano, como Sonia Ferrer y Gaspar Llanes.
Sonaban los  whatsapp en el patio de butacas y hablaba Francisco Cuervas, de Ghenova Ingenieria, una empresa sevillana que ha participado en la construcción del mayor crucero del mundo; hablaba también Enrique Tapias, de Genera, socio de Disney y de Paramount en la industria del videojuego y Antonio Martínez, el patrón de los empresarios del mármol de Macael, a quienes se reconoció su afán por salir fuera, primero a vender fregaderos y ahora mansiones con columnas dóricas esculpidas con la noble piedra de Los Filabres.
Y rubricó el consejero, Pepe Sánchez Maldonado, el profesor de nívea cabeza, con  un manojo de cuartillas, con su eterna bufanda de Umbral, con su afán por “vender su libro” de la innovación, de la capacidad de exportar bajo el pivote del conocimiento. Ayer, el Pitágoras almeriense, fue, por fin, una fiesta.





 








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