Madrid y su Fruit Attraction tiran mucho, sin duda, pero la Fruit Logística de Berlín es un clásico del calendario del sector agroalimentario internacional y nadie quiere quedarse fuera de un escenario en el que se cuecen buena parte de las decisiones comerciales en torno a las frutas y hortalizas fescas. Eso explica el hecho de que la delegación almeriense desplazada a la capital alemana haya sido tan numerosa como siempre, y quizá más activa que nunca.
El miércoles partían a primera hora de la mañana del aeropuerto de Almería dos aviones con más de 400 personas a bordo. Iban camino de Berlín, pero en cualquier caso sólo era una parte de los almerienses que este año se han citado en el recinto ferial germano. Desde varios días antes comerciales, empresarios y trabajadores del sector o de la restauración ya trabajaban para que todo estuviese preparado para el momento de la inauguración.
Los organizadores señalan que una cifra que puede rondar las 800 personas de la provincia han estado o han pasado estos días por Berlín para participar de una u otra forma en la muestra. La demanda ha sido incluso mayor que en años anteriores porque, de hecho, las agencias de viajes encargadas del traslado reconocen que había lista de espera y que mucha gente se ha tenido que quedar en tierra al no haber más cabida en los vuelos previstos.
Esa interés se ha visto sin duda reflejado en la intensa actividad comercial que las empresas de la provincia han desarrollado durante los tres días de celebración de la que está considerada por derecho propio la primera feria internacional para el sector de frutas y hortalizas. En Berlín se han contabilizado varios miles de contactos directos con empresas del sector de la distribución por parte de los almerienses, unos desde su propio stand, otros sin un expositor propio pero con muchas citas prefijadas en las agendas.
A destacar el optimismo reinante en la expedición almeriense por el trabajo realizado en tres agotadoras jornadas de trabajo; ni siquiera el veto ruso ha empujado al pesimismo o al victimismo. Varios de los empresarios presentes, casos de Antonio Escobar, de Agroponiente, de Pedro Caparrós, de Grupo Caparrós, Pepe Martínez Portero, de Única Group, o Juan Antonio González, de Vicasol, destacaban que ese veto ruso puede incluso venir bien a Almería “porque las empresas somos ahora más conscientes de la importancia de cuidar a los clientes, prestarles un mejor servicio y asumir los compromisos para satisfacer sus demandas, y eso es positivo”.
Se rebusca en la historia y la conclusión es que el sector hortofrutícola almeriense ha sido capaz de salir reforzado de todas y cada una de las dificultades que se le han planteado, y lo ha hecho con rapidez y con eficacia, bien sea apostando por la calidad y la salubridad para despejar las dudas sobre sus hortalizas, bien sea convirtiéndose en los productores más sostenibles del mundo ante las acusaciones de fuerte impacto ambiental, o reconvirtiendo en apenas dos años de convencional a control biológico en torno al 90 por ciento de los cultivos.
Esa capacidad de respuesta, y la seguridad de disponer de una producción de muy buena calidad, de un sistema capaz de obtener buenos rendimientos con una aplicación de energía muy por debajo de la que precisan competidores europeos como Holanda o Francia, o de contar con una capacidad de adaptación que responde ante cualquier reto o cualquier amenaza, insuflan confianza en el sector hortofrutícola de la provincia, más allá de dificultades puntuales en las cotizaciones o en los flujos de la competencia.
Es quizá ese convencimiento de que hay que cuidar a la clientela y dar respuesta a la demanda de los consumidores la que ha hecho cambiar en buena medida los objetivos de los expedicionarios almerienses en esta cita berlinesa. Si en años anteriores se hacía hincapié en la búsqueda de nuevos mercados, en esta edición se ha buscado sobre todo la fidelización de los clientes, el establecimiento de lazos y de relaciones mucho más sólidas que las que se han mantenido con distribuidores y agentes.
Es curioso que sin existir un acuerdo previo, ni haber establecido una hoja de ruta común para el sector, la mayor parte de las empresas desplazadas a Berlín hayan coincidido en las valoraciones y en los objetivos. Obviamente cada cual ha buscado su conveniencia, la obtención de acuerdos o contactos beneficiosos, pero finalmente la confluencia de objetivos y actitudes han sido elevados y la valoración ha coincidido en buena parte de los casos.
Los empresarios y los comerciales almerienses llegaron a Berlín a trabajar y bien que han cumplido ese objetivo, sin demayos y sin entretenimiento. El foco prioritario de atención han sido los clientes, al que se ha prestado un trato preferente en todo momento. Un trabajo que sí estaba previsto de antemano, y la mejor prueba es que los equipos de comerciales desplazados por las empresas ha sido, con diferencia, más numeroso que nunca, y más activo que nunca.
El año que viene Almería volverá a Berlín, buscará de nuevo más clientes o incrementar la presencia de las hortalizas de la provincia en los lineales de los supermercados. Hasta entonces, mucho trabajo por hacer y muchos compromisos por cumplir. Nada malo en cualquier caso, porque el sector hortofrutícola ha demostrado que está vivo, que reacciona a las adversidades y que dispone de capacidad para hacer frente a todos los retos, y ganarlos.
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