El bar de los cantaores flamencos

En el local de Diego el Zaragata Morente deleitaba hasta las tantas y el Athletic tenía su sede

Diego García Cazorla abrió el local en 1963, en lo que era una antigua tienda de ultramarinos.
Diego García Cazorla abrió el local en 1963, en lo que era una antigua tienda de ultramarinos.
Manuel León
19:52 • 19 jul. 2015

Fue siempre el Bahía de Palma -que aún subsiste como un galeón varado en el Casco Viejo-  un segundo Ayuntamiento de la ciudad, la botillería cercana y presta siempre a aliviar las mañanas calurosas delos múnicipes o de los ciudadanos que tenían que llegarse a la vieja Plaza de Cañas a solventar alguna anomalía burócrática. 




El Bahía de Palma, con esa lisonja evocadora de olas y espuma, fue abierto en vísperas de la Nochebuena de 1963 por Diego García Cazorla El zaragata, en un antiguo negocio de comestibles de la familia Molina. 




Diego era un marinero, un lobo de mar que empezó a vislumbrar el horizonte marino desde que nació en el Cerrillo del Hambre. Estuvo navegando muchos años, pillando muchos kilos de boquerón y de caballa, alistando aparejos y esperando siempre que el copo fuese generoso. 




Se cansó Diego de esas fatigas de sol a sol entre golpes de mar con sabor a salitre y probó suerte en la hostelería. Se fue de camarero a Mallorca con el sueño de volver a su tierra, a la ciudad de la luz, al espejo de mar que alegró su infancia, y montar su propio negocio, su propia barra de espléndidas tapas trasegada con buenos vinos de la tierra. 




A la primera oportunidad se agenció ese local recoleto y bien situado haciendo chaflán entre la populosa calle Mariana y la Administración Vieja. Allí empezó a despachar chatos y cervezas, tapitas de boquerón o de chipirones, en esa Almería en ebullición de los 60. Tenía Diego dos grandes aficiones, dos grandes motivos con los que se le iluminaban los ojos: uno era el Bilbao, el equipo de los legendarios Zarra, Venancio y Gainza, aquellos guerreros del balompié con los que creció viendo sus caricaturas en los cromos que repartían con el chocolate.




Fue el Bahía de Palma durante décadas la sede del equipo de San Mamés, el templo vizcaíno por donde pasaron jugadores como Iribar, Chechu Rojo, Argote o Guisasola. Cuando se inauguró el viejo Franco Navarro, los jugadores  rojiblancos almorzaron en el bar de Diego como demuestran las múltiples imágenes que siguen adornando las paredes del establecimiento.




La otra pasión del Zaragata era el flamenco, la voz ardiente de los viejos cantaores. Se hacían tertulias y circuitos flamencos. Venían Enrique Morente con su mujer Aurora  y su hija estrella y se tiraban hasta las tantas cantando; venían Juan Gome, el Niño de las Cuevas, Chano Lobato, Rancapino, Alfonso Salmerón o José Mercé o Pepe el Gordo. 




Cuando Diego murió con 75  años en enero de 2013, tomó el testigo del Bahía de Palma Ramón Belmonte Espinosa, uno de sus antiguos empleados que le ha seguido dando el mismo toque al establecimiento. allí sigue la tertulia de los Amigos de Ginés Pastor, con su hermano Pedro, don Angel y don Armando; allí siguen las fotos de los viejos flamencos y de parroquianos como Luis el de los Perros,  como Paco el Mellizo, antiguo boxeador y hermano de Diego. All sigue, en ese ambiente a ciudad antigua con las ventanas de buche de golondrina y Pepe Richoly vigilante.



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