A pesar de las imperfecciones del modelo productivo, de la falta de concentración, de los abusos de las grandes cadenas de distribución, de las debilidades de la comercialización, de los precios por los suelos, de la pertinaz sequía y el déficit hídrico, de los incumplimientos del tomate marroquí, del granizo y las heladas, de la falta de infraestructuras de transportes, a pesar de los pesares, la plasticultura almeriense pitó la pasada temporada como nunca.
Vuelve el invernadero del Poniente, de la Vega de Almería, del Campo de Níjar y del Almanzora a pulverizar, sin despeinarse, todos sus registros históricos. Así al menos lo certifica el informe, aún caliente, de la campaña hortofrutícola 2014-2015 de Cajamar presentado ayer en la antigua Casa de las Mariposas ante más de un centenar de empresarios y técnicos del sector.
A toda esta agroindustria que tiene su origen en una humilde gota de agua le quedan aún, a tenor de las explicaciones del economista David Uclés, muchos parámetros que mejorar, sobre todo el de corregir la tendencia a la baja de los precios reales en origen para obtener un mayor valor añadio y en arañar mayor cuota por habitante en los nuevos paises incorporados a la Unión Europea, que según las estimaciones supondrían 110.000 toneladas extras.
Mientras tanto se siguen buscando nuevos caminos de excelencia, el tren hortícola y frutero almeriense no se para: las hectáreas en producción aumentaron un 1,9%, las toneladas producidas lo hicieron en un 1,2%, los costes de producción siguieron contenidos con una bajada de casi un 1% y el valor de la producción comercializada en un destacable 14,1%. “Es la mejor de las últimas diez campañas en el sector”, isentenció Uclés.
Con estas cifras, los productores hortofrutícolas, por tanto consiguieron recuperar renta, con respecto a la campaña anterior, aunque a nivel general, el agro almeriense, incluyendo el resto de producción, descendió el 6% su renta, según el informe de Unicaja, presentado también esta semana.
La superficie invernada ha seguido creciendo alcanzando las 29.597 hectáreas, con un incremento del 1,9%, que en realidad son 53.720 hectáreas si se suman los diferentes ciclos de explotación.
Se advierte cada vez más el predominio del agricultor especialista en un producto determinado. Berenjena y melón fueron las hortalizas que más aumentaron en superficie y el tomate la que más disminuyó. El calabacín fue el rey del mambo en cuanto a incremento de precio con un alza del 64%.
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