A priori es difícil conocer la repercusión que debió suponer la concesión de la Virgen del Mar como Patrona de la ciudad, más si pensamos en el profundo fervor que el pueblo almeriense había mostrado a la sagrada talla aparecida en las orillas de El Alquián, en las inmediaciones de Torregarcía aquel 21 de diciembre de 1502.
Numerosos son los milagros que a esta santa imagen mariana desde su entrada en la ciudad, pero mayores son los momentos en los que la ciudad se ha encomendado a ella para pedir su protección ante ataques enemigos, desastres naturales o calamidades y epidemias.
Tres siglos se llevaban celebrando los actos en honor a la Virgen en los primeros días de cada año hasta que el Papa Pío VII, dentro de la concesión del patronazgo junto a la proclamación de indulgencias plenarias y jubileos, las cambió al mes de agosto obligando a que se realizara el domingo anterior al día 25. Esta proclamación fue acogida con suma alegría y así se hizo constar en los actos celebrados en la Plaza Vieja de Almería en las primeras fiestas en honor a la Virgen del Mar, como Patrona de la ciudad.
Regocijos de fuegos y 189 libras de cera blanca
El primer trabajo que aparece en este detallado listado de 1806 que se conserva en el Archivo Municipal de Almería, es la realización de un tablado de madera ejecutado por el maestro carpintero Jose Martínez, vecino de la ciudad, en el paraje del Quemadero, para un "regocijo de fuegos", y que podemos interpretar como el soporte para el gran castillo de fuegos artificiales y cohetes que se pudo disfrutar en esos días.
Otro artesano de la ciudad que participó en estos festejos fue Manuel Antonio del Águila, fabricante de cera que utilizó 189 libras de cera blanca para las velas utilizadas en los actos religiosos en el interior de la Catedral y en los cirios que portó la feligresía en la procesión en honor a la Virgen del Mar.
Plaza Vieja, epicentro de los festejos
Sin duda, la plaza Vieja era centro neurálgico, social y comercial de aquella ciudad de Almería en los albores del siglo XIX, por ello no podía ser otro el lugar escogido para celebrar con el mayor honor, esplendor y alegría la festividad de Virgen del Mar, como Patrona de la ciudad.
El ayuntamiento no dudó en que aquellos festejos debía de ser recordados por todos los almerienses y no escatimó en el gasto de los mismos a pesar de obtener la negativa del Consejo de Propios y Arbitrios del Reino - ente de la época encargada de la recaudación de impuestos- para obtener algunas dispensas en el cobro de los impuestos de la ciudad para destinarlos a los festejos.
Estos y otros contratiempos no hicieron desistir al Cabildo de la ciudad y las labores y trabajos fueron faraónicos en comparación con los que hasta la fecha se habían celebrado.
Para el buen ornamento y decoro de esta plaza, epicentro de los festejos, se detallan los gastos en "el adorno, las luminarias de las Casas Consistoriales, sus balcones, sus fachadas, tablado de música y limpieza de la plaza".
En estos años la plaza no disponía de pavimento por lo que se tuvo que acarrear "tierra del salitre” para allanar la Plaza.
Debido a los actos nocturnos que se realizaron en ella, numerosas luminarias fueron colocadas en las repisas y guardapolvos de los balcones de todas las fachadas y con colgaduras que se disponían entre las mismas, luminarias en el centro de la Plaza.
La casa consistorial también se engalanaba para las fiestas, siendo objeto de numerosos trabajos para su embellecimiento, tal y como se puede leer en el largo listado de trabajos y personal encargado para el trabajo. Se sabe que la fachada fue encalada y adornada por cornucopias, -cuernos de la abundancia, que a día de hoy no se han conservado-, por el maestro alarife Francisco de Ramos.
Se describe a su vez, como fueron descolgadas las cortinas de Damasco de las Salas Capitulares, para ser limpiadas y colocadas en los balcones de la Casa Consistorial.
A esta pequeña relación de trabajos, no hay que olvidar a músicos, guardias, mozos, arrieros, sastres, madereros y muchos otros implicados y empeñados en que la realización de las primeras fiestas en honor a la Virgen del Mar como Patrona de Almería fuese sin duda para recordar.
Los gastos alcanzaron la cifra de 21.578 reales y 2 maravedíes, cantidad que superó con creces la previsión inicial de 15.000 reales que el Cabildo de la ciudad pensaba destinar al respecto.
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