Por Rodrigo Sánchez Haro
Consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural
La eficiencia es la seña de identidad de nuestro uso del agua, de nuestros regadíos y, por tanto, uno de los secretos de un sector que, con su esfuerzo y su saber hacer, es, por encima de todo, generador de riqueza y empleo. Ahí reside la gran fortaleza agrícola de Andalucía y, por ende, de Almería, en el máximo aprovechamiento de cada gota de agua, en esa conciencia generalizada de que es un bien fundamental y escaso. Somos la principal comunidad autónoma productora y exportadora de España, precisamente, merced a ese sello diferenciador que es la sostenibilidad.
Los datos hablan por sí solos. La implantación de los sistemas de riego localizado abarca en nuestra región al 74% de la superficie, mientras que la media nacional es del 49%. Los invernaderos de Almería son, en este sentido, un punto de referencia, con una productividad envidiable en el conjunto de España. Hablamos de hasta 14,2 euros por metro cúbico cuando en zonas del norte del país apenas se alcanza un rendimiento de 0,9 euros por metro cúbico.
Pero no caeremos en la autocomplacencia. Todo lo contrario. Vamos a incidir en la inversión, en la puesta de todos los recursos a nuestro alcance a disposición de una mayor modernización de unos regadíos que tanto bienestar aportan a nuestra tierra, a nuestro medio rural. No dejamos de dar pasos para ello, como la resolución de la última convocatoria de ayudas a las comunidades de regantes. Más de 38 millones de euros -tras ampliar el presupuesto para atender hasta la última de las solicitudes que cumplen los requisitos- que apoyarán unas inversiones de 55,4 millones de euros promovidas por más de 9.000 agricultores.
No dejamos de respaldar obras de modernización de infraestructuras colectivas de riego, mejora energética y ahorro de agua. Y lo seguiremos haciendo, apoyando también proyectos de aguas regeneradas y desaladas. No en vano, estos incentivos, que se suman a otros ya en marcha, son parte de los más de 100 millones de euros que tenemos previstos para el regadío andaluz hasta 2020 en el marco del vigente Programa de Desarrollo Rural (PDR) y con los que aseguraremos la viabilidad de entre 20.000 y 30.000 hectáreas de cultivos.
Si echamos la mirada atrás, en las dos últimas décadas, el Gobierno andaluz y las comunidades de regantes, juntos, hemos desarrollado proyectos en más de medio millón de hectáreas, con unas inversiones conjuntas superiores a los 1.657 millones de euros. Los resultados están ahí. Se ha sustituido casi la mitad de todo el riego en superficie por sistemas de aspersión y localizados, más eficientes en el uso del agua. La consecuencia es palmaria: los regantes andaluces utilizan ahora un 25% menos de agua y pueden atender un 36% más de superficie.
Todo este esfuerzo, no obstante, necesita, en el caso de Almería, un impulso mayor, la solución definitiva al problema del déficit hídrico. El agua es vida y, como tal, necesitamos contar con una cantidad suficiente para nuestro desarrollo, para dar seguridad a nuestro presente y a nuestro futuro. Por ello, no vamos a dejar de reivindicar que se ejecuten las infraestructuras hidráulicas de competencia estatal su competencia y una medida clave como la reducción del precio del agua desalada a un máximo de 0,30 euros por metro cúbico.
El Gobierno central tiene sobre su mesa, en un lugar visible, porque lo hemos puesto desde Andalucía, el listado de las infraestructuras pendientes en Almería, unas obras básicas que, con un presupuesto de 206,4 millones de euros, reduciría nuestro déficit hídrico (cifrado en 179 hectómetros cúbicos) en 100 hectómetros cúbicos, en 52 más si las desaladoras alcanzaran el 100% de su capacidad. Y vamos a abogar por los trasvases -ya lo hemos dicho- de una forma clara, porque en este momento no hay alternativa, porque son y serán necesarios mientras las aguas regeneradas y desaladas no puedan garantizar la seguridad hídrica.
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