“¡Vamos, vamos!”. Así, como el que anima a Rafa Nadal en el último set de una final ante Federer, animaban los vecinos del barrio de Los Molinos en la tarde de este Martes Santo a la Hermandad de Coronacion, a su hermandad.
El último no ha sido un año fácil para la Hermandad de Coronación y, por extensión, para el barrio de Los Molinos, pero pocas cosas hay en la vida que sean irreparables.
Esta tarde, el barrio recuperaba su procesión. Si en el Martes Santo de 2018 Coronación salió desde el centro para hacer estación de penitencia ante la Catedral, pasar por Carrera Oficial y llegar a Los Molinos finalmente, en este 2019 los comercios del barrio han recuperado la vida que solo un Martes Santo molinero puede darles.
Quizás por eso, por no dejar el barrio como último plato, los vecinos perdonaron y acompañaron a la hermandad dirigida ahora por una junta gestora desde primera hora de la tarde.
Si bien cuando faltaban 20 minutos para la salida de la procesión el aspecto de la calle Juan Segura Murcia no auguraba una multitudinaria salida, la realidad fue bien distinta: a las cinco en punto, la puerta de Santa María Magdalena estaba abierta y la calle se encontraba al límite de su capacidad.
Todo ello, a pesar del calor. En Los Molinos hacía tarde de verano y en la primera hora y media del recorrido parecía imposible escapar de la penitencia impuesta por el sol.
Cortejo
Cerca de medio centenar de nazarenos (incluyendo uno de la Hermandad de Estudiantes en la presidencia), además de la sección infantil y las mantillas, formaban parte de un cortejo que en este 2019 no iba a salir de Los Molinos.
Carlos Galisteo, presidente de la gestora desde hace ya más de un año, ejerció también de capataz general y puso en la calle los dos pasos de Coronación.
Quizás, el momento más llamativo de esa salida fue el del palio: fue el que arrancó más emoción entre los vecinos, que recibieron a Gracia y Amparo en su calle con gritos de “¡guapa!”, algo que chocaba con la sobriedad de ‘Amarguras’, interpretada para la salida de un palio que estrenaba aspecto, ahora que ha perdido su característica crestería.
No importó que tras acabar la marcha que cumple su primer centenario en este año sonara el himno de España con el palio ya arriado: Gracia y Amparo (y San Juan) volvían a estar en su barrio, para su barrio y por su barrio.
Encontrarse
Al avanzar la tarde (y descender, poco a poco, el sol) la presencia de vecinos y visitantes aumentó: lo que en Delicias era un caminar desangelado por la falta de gente, ya en Cauce Cantareros y Lavanda era multitud.
Pasada una tarde en la que barrio y hermandad se han reencontrado, queda que la institución se encuentre a sí misma. Que decida si hacer costeros en Delicias y no en Carrera Oficial, si el palio da o no pasos hacia atrás en su barrio, cómo se deben portar los cirios y, en definitiva, encontrar su identidad y lugar en el Martes Santo.
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