El 17 de julio de 1523, el papa Adriano VI designa al franciscano Diego Fernández de Villalán como sucesor de la silla episcopal urcitana. El cuarto desde la entrada de los Reyes Católicos en diciembre de 1489.
Villalán, hasta su nombramiento, había permanecido dentro del núcleo más cercano al Cardenal Cisneros, del que fue compañero, capellán y confesor, además de ocupar el cargo de predicador real. Trayectoria que lo convertía en un conocedor de la política de actos consumados.
De carácter recio y austero, el prelado se adelantará a las propias normas que impondría el Concilio de Trento en el 1547, residiendo de forma inmediata en la ciudad, hecho insólito en sus tres antecesores que había provocado una laxa jerarquía dentro del cabildo catedralicio. De esta decisión, vendrá el recurrente lema "ALANVS CVARTVS", patronímico alusivo que repetirá en fachadas, escudos y motivos exentos.
Una de sus primeras decisiones, duramente criticada por los regidores y jerarquía militar, fue la de iniciar la construcción de una nueva catedral alejada del barrio de la Almedina. Barrio que resguardaba entre sus pertrechas murallas, todos los edificios administrativos, comerciales y militares de aquella Almería del siglo XVI.
Las quejas fueron elevadas a la corte del emperador, que mandó un estudio de la situación de la vetusta catedral arruinada por el terremoto de 1522. El 12 de mayo de 1524 el emperador mandó parar las obras de rehabilitación que sobre la vieja mezquita se estaban realizando y cinco meses después, el 4 de octubre de 1524, coincidiendo no por casualidad, con la festividad del seráfico Padre San Francisco de Asís, el emperador dio aprobación de realizar la nueva catedral costeada en exclusiva por el obispo.
El lugar escogido para su ubicación fue el barrio conocido como del Oratorio, en el camino de la Vega. Camino que se correspondería con la plaza Granero y calles Eduardo Pérez, Trajano y Rueda López hasta alcanzar el instituto Celia Viñas, donde se hallaba la puerta "de la Vega".
Juan de Orea llega a Almería
Yerno del arquitecto Pedro Machuca, maestro mayor del palacio de Carlos V en la Alhambra, Juan de Orea es llamado por Villalán mientras está trabajando en Granada a mediados del siglo XVI, dejando en el templo almeriense su impronta renacentista.
En un inicio es llamado para levantar la torre de la iglesia de Santiago y realizará la talla de la escalera del hospital de Santa María Magdalena, hoy desaparecida. Una vez en la ciudad, se encargará de realizar la portada lateral del templo catedralicio, seña de identidad de la concepción religiosa del templo que lo distancia del doble uso compartido con el de fortaleza por el que fue levantado.
En el interior, va a ejecutar la magnífica sillería del coro ubicado en la nave central del templo, realizada en madera de nogal y que consta de dos filas de sillas, contando un total de setenta y cuatro - treinta en la fila superior y cuarenta y cuatro en la inferior - en la que destaca sobre el resto el asiento central, destinado al prelado.
El coro dispone de un total de ciento dieciocho cabezas labradas por Juan de Orea colocadas en la crestería del conjunto, que representa las distintas edades del hombre.
También es obra de este artista, el sepulcro del obispo que lo mandó llamar, Fernández de Villalán. Elaborado en alabastro blanco, dispone del escudo del obispo en los laterales menores y en los mayores cuenta con tarjetones con inscripciones alusivas a su figura y a su relación con la catedral.
Iglesia de Santiago
Además de la portentosa torre-pórtico de la iglesia de Santiago, Juan de Orea ejecuta su portada lateral. Dividida en dos cuerpos superpuestos, el inferior queda enmarcado por dos parejas de medias columnas jónicas acompañadas de la cruz de la Orden de Santiago. El superior, dos medias columnas corintias soportan un frontón semicircular. Pero lo más reconocido de esta portada es el altorrelieve del apóstol Santiago en el paño central.
Tanto en el templo catedralicio como en Santiago, debido a la ubicación de las portadas laterales en los caminos más importantes de la ciudad, el de la Vega y el de Granada respectivamente, han eclipsado a las portadas principales de ambos templos y que corresponden a las ubicadas frente al altar mayor: la Puerta de los Perdones en el edificio catedralicio y la puerta bajo la torre del campanario en el caso de la iglesia de Santiago.
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