Tuvieron que pasar dos décadas desde que se convocó el concurso público de ideas a nivel nacional -1978-, para que se redactara el proyecto de la remodelación de la plaza de la Catedral e iniciara la ejecución de la misma, años 1999 y 2000, respectivamente.
El mismo periodo de tiempo han pasado desde que pudiéramos contemplar el resultado actual de la plaza. Plaza, que por su ubicación -centro neurálgico de la ciudad -y uso- cenit de la religiosidad de la diócesis- se ha convertido en estos últimos años, en el lugar donde todo cofrade quiere ver el paso de su hermandad.
La plaza actual
El arquitecto Campos Baeza supo reflejar en el proyecto, el concepto “menos es más, en su extremo más radical”, donde el jurado valoró la visión global del problema que planteaba una plaza con estas demandas sociales, urbanas y de usos.
Sobre mármol blanco de Macael, se disponen 24 palmeras más altas que la propia catedral surgiendo como la continuación de las columnas del interior, conformando una nueva bóveda nervada por las hojas de las palmeras y ordenando el espacio presidido por la fachada renacentista de Juan de Orea, como si de un retablo se tratara.
Aunque el acceso peatonal se alterna con el tráfico rodado, es cierto que prevalece el primero respecto al segundo, impidiendo la llegada de vehículos hasta la puerta del templo catedralicio tal y como ocurriera en la configuración anterior de la plaza.
La plaza de Patton
La plaza actual sustituye a un espacio donde el tráfico rodado disponía un papel principal, pudiendo circular como si de una rotonda ajardinada se tratase por este céntrico lugar.
No cambiando considerablemente durante el siglo XX, la plaza se presentaba con alta densidad vegetal y con árboles de gran porte, que si bien aportaba una gran sombra al peatón, es cierto que aparecía como una inmensa cortina verde que impedía disponer de una visión global de la arquitectura del entorno, haciendo prácticamente imposible la visión directa entre el templo y el palacio episcopal o ver la casa sacerdotal desde la calle Eduardo Pérez. Esta estampa de frondosa vegetación quedó arrasada con la llegada de las cámaras cinematográficas del rodaje de la película Patton.
La plaza de la catedral se debía de convertir en un patio de armas para pasar revista a las tropas y carros de combate, y la densa vegetación no ayudaba a conseguir tal objetivo, por lo que se optó, en favor de la “magia del cine”, a talar a ras de suelo el arbolado.
El monumento al obispo
A los pies de la imponente torre-campanario de la catedral almeriense, observamos la estatua de Diego Ventaja y Millán, recuerdo al obispo de nuestra diócesis desde julio de 1935 hasta que fuera asesinado en verano de 1936, una vez iniciada la Guerra Civil Española.
En 1943, cuando se estaban realizando las obras de rehabilitación del templo catedralicio, la corporación municipal inicia el proyecto para realizar un monumento en la plaza, de grandes dimensiones y que se ubicaría en el centro de la misma siguiendo las trazas artísticas típicas del Racionalismo austero de la época.
El proyecto, presidido por la figura del prelado almeriense, natural de Ohanes, se disponía delante de un gran arco de medio punto de sillería. Existen dos versiones en cuanto a la urbanización y ajardinamiento de la plaza. En la primera, se disponía una plataforma sobreelevada e independiente del resto de la plaza. En la segunda, el ajardinamiento quedaba presidida por una fuente en forma de cruz griega y muretes perimetrales. A pesar de las intenciones de la Comisión de Fomento municipal que la impulsaba, en 1961, la prensa almeriense se encontraba todavía a la espera del ansiado monumento que nunca llegó a ejecutarse.
La plaza decimonónica
En el siglo XIX, la plaza va a ser objeto de las alineaciones urbanísticas propias de este siglo de continuos proyectos de reformas interiores en la ciudad. El espacio se amplía en su parte norte, entre las calles Lope de Vega y Eduardo Pérez, aunque en algunos de los proyectos presentados por el arquitecto municipal y que se quedaron guardados en algún cajón del ayuntamiento, se preveía el derribo del edificio que hoy alberga el Hotel Catedral.
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