Hace poco, en el congreso Gasnam celebrado este mes en Madrid, la directora general del Transporte, Mercedes Gómez, aseguraba que "El gas natural puede y debe jugar un papel importante como fuente de energía para el transporte, porque es una solución inmediata, que ya está disponible y puede contribuir para llevar a cabo esta transición progresiva necesaria, a engranar la transición. Dentro del transporte por carretera, el gas natural es competitivo en costes, en nichos como en las flotas urbanas, propulsadas mediante GNC, y para transporte pesado de larga distancia, mediante GNL.
Empresas como IVECO manifestaron que el transporte por carretera propulsado por GNC y GNL es una realidad gracias a la cada vez más amplia oferta de productos sus camiones, que pueden llegar hasta 1.600 km de autonomía, posibilitando alcanzar cualquier estación de repostaje por lo que, la autonomía no es un problema. Una realidad es que la red de gasolineras está creciendo, no sólo en España sino en Europa y permite hacer realidad la circulación de camiones con cero emisiones de CO2.
En la actualidad, no sólo destaca la producción de turismos híbridos y eléctricos a precios competitivos; ya hay grandes empresas desarrollando camiones eléctricos como Volvo o Tesla. A corto plazo serán una realidad en las carretera y los ruidosos y enormes camiones diésel a los que estamos acostumbrados pronto serán una pieza de museo.
La autonomía ha sido desde siempre uno de los tradicionales frenos sobre la circulación de los camiones eléctricos pero en la actualidad, dependiendo del modelo, la autonomía de los mismo oscila desde los 100 hasta 2.000 km con una sola carga y algún prototipo ha logrado incluso alcanzar los 6.500 km sin pararse a recargar. Esto permite hacer las rutas de transporte mucho más eficientes, optimizando en tiempos de repostaje.
Otro dato a tener en cuenta es la eficiencia y se estima que el coste de su carga completa será un 20% menor que el de llenar el depósito de un camión diésel. Más aún con el creciente aumento de precios en combustibles fósiles que estamos experimentando en los últimos años.
Al ser vehículos 100% eléctricos que no producen gases de efecto invernadero no significa que indirectamente no contaminen. Eso dependerá de la fuente de energía que se haya usado para generar la electricidad previamente. Aun así, la huella ecológica se estima menor que la producida por los camiones propulsados por combustibles fósiles.
Una apuesta evidente de las grandes empresas del camión son los de pila de hidrógeno. SE calcula que un solo kilogramo de hidrógeno permite recorrer más de 100 kilómetros en coche: unos parámetros lejos de los que puede ofrecer un vehículo eléctrico tradicional. El único obstáculo con el que se cuenta en la actualidad es la falta de estaciones de carga de hidrógeno. Algo que, sin duda, la creciente demanda cambiará.
Reducción progresiva de emisiones
El Parlamento Europeo aprobó el pasado martes 16 de abril la primera normativa de la Unión Europea (UE) para mitigar el impacto de los vehículos pesados en el calentamiento global, que obliga a los fabricantes de camiones a reducir sus emisiones de CO2 un 30% en 2030 respecto a 2019, con una senda intermedia del 15 % en 2025. Los camiones son el 5% del parque móvil europeo pero lanzan el 22% de las emisiones registradas en las carreteras.
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