El Jaguar F-Type se ha caracterizado siempre por ser uno de esos pocos coches puros que quedan en el mercado. Un deportivo real, con un estilo moderno muy personal con bellas reminiscencias del pasado, un interior lujoso y un comportamiento dinámico a la altura de sus motores de ocho o seis cilindros en uve.
Pero en este 2017 llega al F-Type un hito en su historia con la adopción de un motor Ingenium de 2.0 litros y cuatro cilindros en línea turboalimentado.Será uno de esos coches perennes cuyo diseño sólo mejora con el paso de los años.
Exteriormente hay pocas, muy pocas diferencias entre los distintos modelos de la gama (a excepción de los más radicales 400 Sport y 5.0 V8). Las líneas puras cargadas de diseño británico se dejan notar sin ningún tipo de pudor. Es un coche claramente inspirado en la época gloriosa del automovilismo en la que nacieron maravillas como el cotizado Jaguar E-Type.
El interior se trata de un habitáculo justo para dos ocupantes con un maletero sorprendentemente razonable de 310 litros. En el puesto de conducción quedas magnetizado sobre los asientos deportivos, que no incómodos, y envuelto tras un salpicadero alto repleto de detalles de calidad, elementos tapizados, regulaciones eléctricas de los asientos y la columna de dirección y unos acabados mejor que buenos.
El nuevo motor desarrollado específicamente para este modelo por la firma británica extrae lo mejor de cada uno de los 1.997 centímetros cúbicos que componen su cilindrada hasta desarrollar una nada despreciable cantidad de 300 CV de potencia. Con ellos es capaz de lanzarse hasta los 100 km/h desde parado en 5,7 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 249 km/h.
En Jaguar no sólo se han limitado a sacar los motores anteriores y colocar el cuatro cilindros más potente en la historia de Jaguar, los cambios van mucho más lejos. Para empezar, la báscula emite un veredicto rápido al arrojar 52 kg menos que las versiones V6 equivalentes (casi todos sobre el eje delantero), pero también se ha realizado una completamente nueva puesta a punto del chasis.
Gracias a un menor peso del conjunto y a una configuración de suspensiones diferente con retoques en ambos ejes, el F-Type se siente aún más ágil y efectivo en tramos revirados. El bajo centro de gravedad y un bastidor con muy buenas maneras harán feliz a cualquier quemado.
No es el típico deportivo radical en el que te sientes fuera de lugar rodando por carretera, a cientos de kilómetros del circuito más cercano. Al margen de su buen rendimiento pirando fuerte atacando cada curva, es refinado y dócil si no quieres ir a marcar la pole y, aun así, su dirección te seguirá transmitiendo una cantidad ingente de información, esperando a que quieras pedirle que saque las garras.
Si nos fijamos ahora en el precio, el Jaguar F-Type con motor 3.0 de cuatro cilindros parte de los 63.500 euros de la versión de acceso en coupé y los 71.100 euros para el descapotable, añadiendo 5.350 y 5.250 euros más respectivamente a la factura si escogemos por el acabado R-Dynamic, que añade al equipamiento llantas de aleación de 19 pulgadas, consola central de aluminio, línea de escape con válvula activa y faros delanteros LED.
Con respecto a las versiones superiores y limitándonos sólo a las automáticas, el 2.0 se coloca a un precio más de 12.000 euros inferior al V6 de 340 CV y en torno a los 32.000 euros menos que el V6 de 380 CV (el 3.0 V6 400 Sport y el los 5.0 R y SVR juegan en otra liga). Una diferencia muy notable para sólo 40 u 80 CV de diferencia. El tacto, respuesta y sonido son otra historia.
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