La tecnología en el sector de la automoción ha avanzado a pasos agigantados desde la década pasada. No sólo hacemos referencia a la incorporación general de elementos electrónicos en las dos últimas décadas, sino a la innovación en la optimización de la mecánica general de los automóviles, que intentar hacer de nuestros coches transportes cómodos, eficaces y seguros. Uno de los aspectos que más ha mejorado en los últimos tiempos son los sistemas de seguridad activa, lo que ha redundado a su vez en una reducción sustancial del riesgo de sufrir accidente.
El sistema de seguridad activa de un vehículo está integrado por el alumbrado, los neumáticos y los frenos, aunque lo cierto es que son estos últimos los responsables de la prevención hasta en un 70 %. Da igual si nuestro alumbrado está en perfecto estado y nuestros neumáticos están recién cambiados; si los frenos no funcionan como es debido, el riesgo de sufrir un accidente se multiplica de manera exponencial, por eso es importante conocer sus elementos. El sistema de frenado se compone de discos de freno, pastillas de freno y servofrenos, si bien es cierto que este último componente es un gran desconocido para la mayoría de usuario, a pesar de ser crucial.
En esta ocasión dedicaremos unas líneas a hablar sobre el servofreno y dar a conocer todo aquello que los conductores deben saber acerca de este elemento.
Qué es el servofreno
Como decíamos, el servofreno es una de las tres piezas fundamentales que componen el sistema de frenado. Su función principal es permitir que el pedal de freno se accione con suavidad, evitando así que el conductor tenga que ejercer demasiada fuerza para lograr que su coche se detenga. De lo contrario, la distancia de frenado sería mayor y el tiempo de reacción aumentaría considerablemente. En definitiva, el riesgo de accidente sería mayor.
Para entender cómo el servofreno actúa debemos conocer antes algo básico sobre su estructura, formada por una membrana con dos cámaras, una a presión atmosférica y otra de depresión continua. En coches de gasolina, la depresión se genera en la admisión misma del motor. En los diésel, existe un complemento de una bomba mecánica o depresor de freno que se encarga de succionar el aire. En ambos casos lo que se busca es generar un vacío, de tal manera que al accionar el pedal se libera una válvula que asiste en la presión sobre las membranas, multiplicando así la fuerza de frenada en relación al esfuerzo. De no ser así, tendríamos que aplicar casi 8 veces más fuerza de la que aplicamos para accionar el pedal de freno de nuestros vehículos. De hecho, podemos comprobarlo si intentamos frenar con el motor apagado, ya que el servofreno sólo actúa con el automóvil encendido. Así, para mejorar la frenada de un coche parado en pendiente descendiente, lo mejor es encender el motor para que actúe el servofreno.
Cómo saber si el servofreno se ha averiado
Vista la importancia del servofreno para que el sistema de frenado de nuestro coche funcione adecuadamente, es importante reconocer las posibles averías que pueda sufrir este elemento para sustituirlo de inmediato.
El síntoma más evidente de que nuestro servofreno está fallando es la fuerza que debemos aplicar para que el coche comience a detenerse. De manera habitual, el tacto del pedal de freno es suave y esponjoso, facilitando la frenada. Pero si el servofreno falla, éste se pondrá rígido y necesitaremos una gran presión sobre él para lograr accionarlo.
Otra forma de reconocer una avería en el servofreno es el aumento sustancial de la distancia de frenado. Aunque parece una consecuencia directa del endurecimiento del pedal, a veces este fallo también es perceptible sin que notemos rigidez en el freno. Esto se debe a la entrada de aire en las líneas de freno del vehículo, impidiendo que la presión del servofreno sea igual de eficaz.
Otra opción para advertir un funcionamiento inadecuado es la elevación del pedal de freno. Apenas nos sentemos en el asiento del conductor, podremos apreciar a simple vista que el pedal central se ha elevado considerablemente, por lo que el recorrido de acción será mayor y también su rigidez. Además, como consecuencia de este fallo es posible también que el pedal no vuelva a su lugar.
¿Cuánto cuesta cambiar el servofreno?
Ahora que sabemos cómo identificar las averías en el servofreno y la importancia de su estado óptimo, quizá convenga saber cuánto podría costarnos un recambio. Lo cierto es que no se trata de una pieza barata, pero ya hemos visto que cambiarla es absolutamente necesario para no correr el riesgo de sufrir un accidente grave. De manera general, el precio de un recambio oscila entre los 350 y los 400 €, que se suma a la mano de obra. En total, renovar el servofreno puede aproximarse a los 500 €, y puedes encontrar el servofreno adecuado para tu coche en DAPARTO, el comparador de recambios de coche.
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