Si utilizamos un coche, o vehículo, que tenga un mecanismo que impida ser reconocido o interfiera en las tecnologías de vigilancia de la DGT se lleva como premio la multa más cara que nos pueden poner. Son los inhibidores de radar (no confundir con los detectores o avisadores), pero también los sistemas de ocultación de matrícula, esta última opción menos utilizada.
Llevarlo instalado en sí supone una multa: 3.000 euros, pero lo detectan mientras circulamos con el instalado en nuestro vehículo, sube hasta los 6.000 €.
Ademas nos resta seis puntos en el carnet de conducir y no se puede aplicar la reducción por pronto pago, como en el resto de las sanciones de la DGT.
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