La psicoestimulación cognitiva en personas adultas mayores y la necesidad de hacer uso de intervenciones no farmacológicas en la población longeva es uno de los retos que se plantean en las políticas de envejecimiento activo. La persona adulta mayor sufre de un envejecimiento cognitivo que requiere de la estimulación de las funciones cognitivas para prevenir el deterioro de éstas funciones y a la vez que aumenta su calidad de vida retrasa la aparición de enfermedades neurodegenerativas.
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Para los profesionales de la gerontología, resulta necesario realizar intervenciones que aseguren una adecuada adaptación del adulto mayor a los cambios ambientales, suministrándole mecanismos para que adquieran estrategias compensatorias y le ayuden a mantener su competencia social.
La psicoestimulación cognitiva, siguiendo a la psicóloga especialista en envejecimiento, Marisol Jara, se debe entender como un proceso de mejoramiento en la calidad de vida de las personas a las cuales se les aplique procesos de estimulación de las funciones cognitivas: atención, memoria, comprensión, orientación temporal, espacial.
Hay que tener en cuenta que los procesos cognitivos en los que se presentan modificaciones más significativas por su relevancia en el procesamiento de la información, son la memoria, atención, inteligencia, lenguaje y comunicación.
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