Bajo las gafas del actor Javier Cámara (La Rioja, 1967) brillan los ojos de decenas de personajes que, más allá de sus motivaciones, suelen compartir con su creador una mirada sencilla, a veces tierna, otras bañada en cierto cinismo, ante los vaivenes de la vida. Gente de carne y hueso, (anti)héroes cotidianos como ese profesor de inglés que llegó a Almería en busca de John Lennon y con el que ganó su primer Goya. Aquel trabajo en ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ (David Trueba, 2013) le ha dado ahora el gran premio honorífico del Festival Internacional de Cine de Almería, el ‘Almería, Tierra de Cine’.
¿Qué huella, en lo personal y lo profesional, le dejó ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados'?
No soy un actor metódico pero hago mucho trabajo previo: necesito pensar mucho la película, darle vueltas cojo de aquí, de allá, tomo alguna nota... Venía de una película en Nueva York, ‘La vida inesperada’, de Jorge Torregrossa, que se retrasó y nos llevó un par de semanas más de lo previsto. Antes, en febrero, solo había hecho un ensayo y una lectura con Natalia de Molina y llegué justo para rodar en julio. David me dijo: “No te preocupes, día a día; nos vamos a Cartagena a ver a Juan Carrión y después vamos a entrar en Almería y a ir descubriendo, todos, esta película…”. David no aleccionaba sino que iba contando una historia, y yo la fui contando con él. Supuso una nueva forma de trabajar; no de actuar, de trabajar.
Y David es una persona admirable, en muchos sentidos: es un tipo muy divertido, muy inteligente, y tiene una gran practicidad, no quiere más conflictos de los que puede haber en el trabajo. Me encantó trabajar con él, me encantó: tenía siempre la palabra perfecta, la ayuda perfecta. Tenía esa historia muy en la cabeza aunque tampoco sabía cómo había que hacerla: cuando tenía una duda te lo planteaba. Fue una película sencilla, sencilla en la forma más bonita de la sencillez. Las palabras que tomábamos de Machado entraban perfectamente en la película, no eran prosopopéyicas. No era un tipo que aleccionaba sino que iba contando una historia, y yo la fui contando con él. Fue muy bonito que la película resultara tan premiada.
Manuel Martín Cuenca revindicaba durante el festival el valor artesanal del cine. ‘Vivir es fácil…’ tuvo mucho de eso: película pequeña, equipo pequeño, con mucho tiempo en Almería como una familia.
El cine español es un cine pequeño. Hay cuatro películas grandes: ‘El laberinto del fauno’, ‘Lo imposible’, ‘La reina de España’, las de Almodóvar… Pero nuestro cine es hecho a mano, los equipos tienen que estar bien engranados, impregnados de una energía que haga que la película avance.
En nuestro caso hubo una productora maravillosa, Cristina Huete, cuñada de David, mujer de Fernando Trueba y madre de Jonás Trueba. Cristina es una productora mítica en España, donde hay muchas grandes mujeres productoras. Ver cómo ella se fajaba con todo, cómo recibía ‘mails’ de Estados Unidos donde le pedían por cada canción de los Beatles más de lo que costaba toda la película... Y decía: “No, no, lo vamos a conseguir.” Esa tozudez, esa pelea diaria, ese David contra Goliat, me hizo ver que estaba en el mejor sitio posible. Yo, que sería incapaz, estaba con las personas que eran capaces. La mayor parte somos eslabones, luego está el director con una idea, y el productor que le ayuda a llevar a cabo una idea. Y ahí estamos todos: ayudando.
En su filmografía destaca una película con una pequeña secuencia rodada en Almería, ‘Hable con ella’, con Darío Grandinetti en Mónsul…
Sí, como si fuera Jordania, ¿verdad?
Eso es. Hace ya casi veinte años de aquel título que le descubrió ante un público que le conocía de la comedia más pura.
Incluso Javier Cámara descubrió a otro Javier Cámara. Cuando Almodóvar me ofreció la película, me dijo: "Cuando la leas, llámame". Y lo hice, y tuve que colgar porque me eché a llorar. Pedro fue muy bonito: confió en un señor que estaba haciendo ‘Siete vidas’. Me pedía un triple salto mortal, una película romántica pero terrible, de un lirismo… Cuando logré llamarle la segunda vez, ya sin llorar, le dije que me parecía maravillosa la historia pero que no sabía cómo se podía hacer eso. “No te preocupes, yo sí sé”, contestó. El viaje fue precioso.
En mi vida he tenido directores y directoras que me han llevado al Everest de su mano y sin oxígeno. Este fue el primero, si no ‘Torrente’, aunque aquel fue un viaje más divertido, dentro de la comedia, con Santiago. Pero con ‘Hable con ella’ pensé que si había subido ese Everest era capaz de hacer cualquier cosa. Otra cosa es que sepa, pero atreverme, me atrevo.
Empezó como cura en ‘¡Ay, Señor, Señor!’ y con Paolo Sorrentino, en ‘The Young Pope’ y ‘The New Pope’, ya va por cardenal.
Vamos subiendo en la diócesis (risas).
¿Cómo ha sido trabajar con un autor así y en una serie de tal proyección?
Qué te voy a contar… ¡Soy una persona tan afortunada! Mis últimos años han sido preciosos. Tenia el correo de Paolo Sorrentino. Cuatro o cinco amigos estuvieron un par de semanas diciéndome que le escribiera, que estaba buscando a un actor joven (ríe), español…; que si me decía que no, no perdía nada, solo trabajar en Italia. Lo hice y a los diez minutos me contestó preguntándome si estaba dispuesto a hacer pruebas, y le dije que por supuesto, las que hiciera falta. Es un tipo al que admiro y ahora mismo, sin que suena pretencioso, lo considero un amigo. He estado un año entero a su lado, dos temporadas, y me ha demostrado, él y su familia, un cariño infinito. Hemos compartido momentos muy especiales y le he podido observar de cerca.
Me gusta mucho esa tormenta que tienen cerca los creadores, la gente a la que admiro: la Coixet, Sorrentino, Cesc Gay, los Trueba, Pedro Almodóvar... Todos los directores y directoras tienen esa tormenta, pero hay gente a la que admiro mucho a la que me gusta observar desde fuera, aprender desde ahí. Hay películas que las ves y descubres que no sabías la película que estabas haciendo: la primera vez que me pasó fue con ‘Hable con ella’. Es un placer estar al lado de gente como Paolo, por el que me preguntas: saber que está alrededor, mirándote, trabajando, que tiene un bullebulle en la cabeza. Y sabes que lo mejor que puedes hacer es mantener el silencio, la calma, para dar lo más bonito que tienes dentro cuando digan acción. Esta profesión me ha regalado momentos únicos.
De los entresijos de la Iglesia a los de la política de la mano de Juan Carrasco en ‘Vota Juan’ y ‘Vamos Juan’, series que tienen vida propia en las redes sociales.
Bueno, es que nuestro ‘community manager’ es una maravilla; no sé quién es pero es una maravilla. Desde aquí pido a todos que sigan a Juan Carrasco.
¿Ha notado que se acercas a un público distinto?
El público se ha diversificado. Cuando trabajaba en Globomedia, ‘Siete vidas’ era algo rompedor: una ‘sitcom’ con público en directo, que pasaron mucha fatiguita para sacarla adelante y luego fue un éxito… Ahora hay series dirigidas a un público en concreto, y en muchas hay riesgo. Este año es el más increíble, con ‘Patria’, ‘Veneno’, ‘Antidisturbios’, ‘Hierro’…
Juan Carrasco, es decir, ‘Vamos Juan’ y ‘Vota Juan’, está a la altura de Sorrentino, es súper gratificante hacer una serie así. Hay escenas donde hablamos de cosas que no se hablan en la ficción, como el Opus Dei o el 11M, en plan comedia. Eso es muy rompedor, arriesgado, ya nos pasó con ‘Fe de etarras’. Las críticas no son ahora solo cinematográficas, te llegan también del Congreso. Os anuncio que habrá una tercera temporada, ojalá sea así.
Así que Juan Carrasco seguirá progresando en su carrera política.
Sí, hasta el límite máximo de su incompetencia.
Su última película, ‘Sentimental’, llegó a estrenarse en Almería poco antes de que los cines cerraran por las restricciones. Me decía un amigo que está usted a la altura de un Jack Lemmon.
Esas cosas son apabullantemente preciosas aunque me creo la mitad. Es decir, te las crees, como cuando te dicen cosas horribles que te llevan a pensar en dejar la profesión, pero luego vuelves al trabajo. Es bonito que después de tantos años la gente te siga aguantando, y lo que me gusta es pertenecer a esa saga de actores que nos damos el testigo como en una carrera de 400 metros: Carmen Machi, Javi Gutiérrez, Alberto San Juan, Belén Cuesta… y la gente joven que viene detrás con un talento increíble. Y los que están delante como Kiti Mánver y tantos. Te sientes parte de esta profesión, ya no tenemos que estar pidiendo permiso. Me da gusto ver las películas de los años sesenta y pensar que venimos de ahí: de los Fernán Gómez, los López Vázquez, los Isbert, sagas que nos han formado, que han formado a los que nos llaman para hacer películas.
Nos piden cosas y resultados que tienen que ver con eso, formamos parte de ese río. Y ahí estamos: haciéndolo lo mejor posible. Y sobre todo viendo que hay algo popular, que entronca con el público, que está el humor. Y que por mucho que se hable del mal momento del cine español o de la crisis del teatro, los teatros se siguen llenando, las salas también, el público ve más series españolas que nunca, no solo aquí, sino en un montón de lugares del mundo.
Tenemos que creernos que lo hacemos bien, que todo esto que tiene que ver con la cultura lo hacemos bien. Tenemos poquísimo presupuesto, poquísima ayuda, pero invito a todos los que tengan talento y quieran pertenecer a esto que vengan. Cuanto más talento, mejor.
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