“Todos somos multiculturales ya, lo que hace falta es que todos seamos conscientes ya de ello”. Con esta frase ejemplifica Violeta Salama, su directora, la esencia de ‘Alegría’, su primera película con la que participa en la sección Ópera Prima de esta vigésima edición de FICAL, el Festival Internacional de Cine de Almería. Una cinta que ha sido proyectada hoy en el Teatro Apolo y, tras la exhibición, presentada en el Patio de Luces de Diputación con su presencia y la de una de sus actrices protagonistas, Sarah Perles. Ambas acompañadas del diputado de Cultura y Cine, Manuel Guzmán, y del director de FICAL, Enrique Iznaola.
La sinopsis de la película es la siguiente: Alegría (Cecilia Suárez) vive de espaldas a sus raíces judías, aunque desde que se mudó a Melilla y se instaló en la casa familiar no está siendo tarea fácil. Al enterarse de que su familia se traslada a su casa para organizar la boda de su sobrina con un joven melillense, su vida se pone patas arriba. Por suerte para ella, la joven marroquí que le ayuda en casa y su mejor amiga, siempre están dispuestas a ayudarle. Los preparativos de la boda harán aflorar tanto sus diferencias como todo aquello que les une. El elenco se completa con Laia Manzanares, María Gail y Leonardo Sbaraglia y destaca también Javier Limón como autor de la música.
Salama ha explicado que el argumento conceptual de la película tiene mucho de autobiográfico. “Yo crecí y viví en Melilla hasta los 13 años. Era una Melilla distinta porque no había valla, no había frontera, ni existía Europa. Las reglas geopolíticas han enturbiado la convivencia que entonces era muy natural, era más fácil y más sana y son esos recuerdos los que he intentado trasladar en esta historia, explicar que es posible”, ha detallado.
Sin ser una película marcadamente feminista, sí que tiene una profunda mirada femenina. “Hemos abordado la historia desde un mundo femenino, desde las emociones, desde ese sentimiento de las emociones, de esa manera integradora y global que tienen las mujeres de defender lo suyo, a las personas, como a sus hijos”.
Sobre la grabación de la película, Salama ha dicho que “mi primera intención era poder hacer una producción española, israelí y marroquí, para ejemplificar ese simbolismo de unión, pero con la pandemia se hizo imposible y por eso la grabamos en Melilla y otros sitios de España”.
La actriz Sarah Perles es en sí misma un ejemplo de multiculturalidad. Sarah habla hasta en cinco idiomas en varios momentos de la película. Nacida en Francia, de madre árabe y padre portugués y habiendo vivido muchos años en España, Perles ha explicado que “cuando me llegó el guion mi representante me dijo que estaba hecho para mí, perfilamos un poco el personaje y para mí ha sido aprender también muchas cosas. Habiendo vivido en Marruecos he descubierto a los rifeños que a su vez son muy distintos a los de otras zonas del país”. La directora ha apuntalado que “es la prueba de que incluso habiendo conocido numerosas realidades siempre hay mucho más que enseñar, que no conocemos, que no hemos visto”.
Victoria Salama ha asegurado que guardará siempre un buen recuerdo de esta película, que le ha llevado siete años llevar a término, por todo lo que representa. “El respeto mutuo entre todos. Nadie es bueno o malo, son mujeres reales, no edulcoradas, que viven el día a día buscando aliados para poder convivir, por encima de religiones u otros aspectos”.
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