Minutos después de descubrir su nombre en el Paseo de las Estrellas, y horas antes de recoger en el Maestro Padilla el premio honorífico Almería, Tierra de Cine, Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) atiende a LA VOZ desde un set instalado en el Salón de Plenos de la Diputación. La actriz es homenajeada en el Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL) por haber rodado en la provincia ‘El pájaro de la felicidad’, dirigida por Pilar Miró en 1992.
¿Qué legado ha dejado al cine Pilar Miró?
Su figura no ha hecho más que agrandarse en estos 25 años desde que no está. Es apabullante lo que consiguió como cineasta, como profesional de la televisión, con su Ley Miró: en ese contexto eran contadísimas las mujeres con ese grado de responsabilidad y ese recorrido. Era valiente, luchadora, con un criterio clarísimo: le quitó un poco la caspa al cine español del momento. Aún somos herederos de su concepto del cine.
¿Cómo fue rodar con ella?
En la primera lectura de guion me quedé un poco... acojonada (risas). Le dije que no entendía muy bien mi personaje, por qué esa chica le soltaba el bebé a su suegra y desaparecía. Y me dijo: “Porque me viene muy bien para que Mercedes [Sampietro] se quede con el bebé, que es de lo que va la película. ¿Tienes alguna otra pregunta?”. Así que me dejé de psicologismos y me puse al servicio de la película. Pilar tenía fama de ser muy dura y fue todo lo contrario. Me trató con delicadeza, con mucho cariño y calidez. Solo tengo buenos recuerdos de aquel rodaje.
Entonces usted era entonces la más joven en un reparto de veteranos. ¿Le dio Sampietro algún consejo?
No. Éramos compañeras compartiendo esa aventura y la sentía también muy cercana, muy próxima; me recibió con los brazos abiertos y tuvimos una experiencia estupenda. Sí me recuerdo, siendo tan pequeñita cuando empecé, escuchando a los actores y directores veteranos contarme sus batallas, sus experiencias. Y yo solo quería escuchar, y escuchar, y llenarme de sus historias, porque estaba fascinada: eran historia viva de nuestro cine, de nuestro teatro. Es algo que siempre he tenido ahí.
¿Y de esas historias aprendió más en lo personal o en lo profesional?
A todos los niveles. En el fondo, vida y profesión es lo mismo. Los actores trabajamos con el factor humano y las experiencias que hemos tenido a lo largo de la vida.
Usted ha rodado en varios países. ¿Qué cree que Hollywood podría aprender del cine español y europeo?
Una vez que te pones delante de la cámara y el director o la directora dicen acción, lo que transcurre frente al objetivo es lo mismo en Estados Unidos, en España, en Italia y en Irán. Se trata de captar momentos de vida, de realidad, de verdad. Lo pude comprobar con ‘Un paseo por las nubes’: ellos tenían más medios, más semanas de rodaje, más dinero para todo, tráileres para todos los actores, equipos de 200 personas... Pero en el momento de decir ‘acción’, Anthony Quinn, Keanu Reeves, Giancarlo Giannini, todos, sentíamos ese momento de vulnerabilidad, de fragilidad, ese pelín de inseguridad, esa adrenalina de ponerte delante de la cámara. A la hora de la verdad, somos todos muy parecidos.
Dicen que es una gran compañera. ¿Cuál es su actitud en un plató, en las tablas?
Me dedico a esto porque es lo que más amo en el mundo, es una vocación, así que no puedo más que estar agradecida cada vez que me escogen para un proyecto. Y cuando me involucro es porque realmente tengo muchas ganas de hacer eso y no otra cosa. Ese es el talante, pero como el de la mayoría de mis compañeros. Es sentir la alegría y el privilegio de poder dedicarte a lo que te gusta: eso, de entrada, te pone de buen humor.
¿Es de las que vuelve a ver sus películas?
Me las tengo que encontrar y eso no sucede casi nunca porque no veo televisión en abierto, sino cosas determinadas. En su momento quizás las veo un par de veces, con el equipo o el estreno, pero ya: no soy de revisitar.
Es una de las actrices que pondrán voz al texto censurado sobre Santa Teresa del almeriense Paco Bezerra. ¿Cómo llegó a él?
Es un dramaturgo de una talla indiscutible y lo que ha pasado es inverosímil, no se puede tolerar. Le respeto, le admiro, le apoyé a través de las redes y él me llamó para esa lectura [junto a Ana Belén, Nathalie Poza, Julieta Serrano y Gloria Muñoz]. Le dije que sí sin haber leído el texto. Los que ahora quieren apropiarse de Santa Teresa la habrían quemado en la Inquisición si hubieran podido. Es necesario posicionarse frente a estos casos de censura: nos estamos jugando la libertad de todos.
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