‘El agua’, debut en la dirección de la alicantina Elena López Riera transcurre en su pueblo natal, Orihuela, pero bien podría haberlo hecho en cualquier localidad del Levante almeriense. La película, proyectada ayer en el certamen Ópera Prima del Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL), habla del yugo de la tradición, de las leyendas que se transmiten de generación en generación, de las ‘maldiciones’ que arrastran algunas familias vaya usted a saber por qué.
También de cómo el agua, tan necesaria en esta parte de España, puede ser devastadora si una riada se lo propone. Y de cómo el terruño puede ahogar los sueños de futuro de un puñado de jóvenes. “Tengo miedo de ver todos los días la misma carretera”, dice una de las chicas que protagonizan un largometraje que deslumbró en la Quincena de Realizadores del último Cannes.
‘El agua’, junto a ‘La casa entre los cactus’, de Carlota González-Adrio; ‘Cerdita’, de Carlota Pereda, y ‘Cinco lobitos’, de Alauda Ruiz de Azúa, vistas ya en sección competitiva este FICAL-, confirma que la buena añada del cine patrio no solo cosa de directores consagrados: hay mucho futuro en esta cosecha de óperas primas. Y que ya se ha hecho realidad una generación de directoras con una mirada personal que se apoya sin remilgos tanto en el cine social y costumbrista como en el thriller o el ‘slasher’.
Voz propia
En el caso de ‘El agua’, López Riera construye una ficción que logra huir de espacios transitados, quizás en exceso, por el cine español reciente (esos retratos generacionales de ‘centennials’) para mirar hacia el mañana sin apartar la vista del ayer. Ahí están, por un lado, esos testimonios documentales de las vecinas (una de ellas, la madre de la directora) que cuentan a cámara la leyenda de la novia y el río que articula la historia principal (la de una joven, la debutante Luna Pamies, oprimida tanto por el peso del agua como por el de la tierra); y por otro esa suerte de realismo mágico que brota, de forma natural y sin afectaciones, en las confidencias familiares, en la iglesia del pueblo o bajo los neones de un bar de carretera.
“Es una historia que conecta con lo universal desde lo local. Mucha gente quiere romper con el destino marcado, ya sea un río, el lugar donde ha nacido o la propia sociedad. Hay facilidad de conectar con esas vivencias, de ahí el éxito”, destacó en rueda de prensa Pepe Andreu, coproductor del filme.
‘El agua’ acaricia, tiene voz propia, es sutil (como las interpretaciones de Bárbara Lennie y Nieve de Medina, madre y abuela, respectivamente, de la protagonista), deja huella.
Mucho más impersonal es ‘La jefa’, de Fran Torres, el otro filme del Ópera Prima de este lunes. Aitana Sánchez-Gijón, flamante Almería, Tierra de Cine, sostiene una propuesta que empieza como un drama ambientado en el negocio de la moda para entrar, sin demasiada profundidad, en uno de esos temas que siempre alimentan debates. Lo mejor es evitar el ‘spoiler’. Tras la sorpresa del giro, no termina de funcionar ni como denuncia ni como thriller salvaje. Entretiene, que no es poco.
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