La ciudad de Almería cuenta con un total de diecinueve depósitos con los que garantizar el abastecimiento de agua a todos los habitantes, desde la urbanización Castell del Rey hasta la pedanía de Cabo de Gata. El agua que llega a ellos procede de dos únicos puntos de producción: la denominada ‘Captación Rambla Bernal’, ubicada en el término municipal de El Ejido y formada por diversos pozos, y la Desalinizadora de Almería, situada en el margen izquierdo del Río Andarax. Acumulada el agua en los depósitos, comienza a ser distribuida a las distintas zonas de la localidad a través de las redes de baja, que cuentan con diferentes diámetros (de 60 a 70 mm) y materiales (fibrocemento, fundición dúctil o polietileno y PVC).
Las capacidades de los depósitos de la ciudad varían entre los 200 metros cúbicos con los que cuenta el de Cuevas de Medina, hasta los 100.000 del depósito de Membrana, en Aguadulce. Pero, sin duda, los más destacados son los depósitos de Santa Isabel o depósitos generales, al menos por su valor histórico. Hace dos años, coincidiendo con el 25º aniversario de Aqualia y con la limpieza de estos lugares de almacenamiento, que se lleva a cabo cada cinco años, fueron cientos los almerienses que pudieron descubrir esta joya oculta de la capital. De hecho, esta actividad generó tanto interés, que tuvo que ampliarse el número de jornadas en las que los depósitos generales estuvieron abiertos al público.
Arquitectura
“Se construyeron usando piedra de cantería para evitar problemas de oxidación y se hicieron siguiendo el mismo estilo que los aljibes árabes, con pilares, bóvedas y arcos”, asegura Antonio J. Sánchez, guía de la Red Municipal de Espacios Museísticos de Almería y responsable de las visitas que se llevaron a cabo a los depósitos de Santa Isabel en 2018. En ellas, los almerienses descubrieron el sistema de respiraderos con mosquitera que evitaba el paso de insectos y, al mismo tiempo, la condensación en los techos. Pero también se sorprendieron al ver las perlas de cal acumuladas en las columnas. “La cal en Almería no siempre es un inconveniente. En el caso de los depósitos generales evita las filtraciones”, recuerda Sánchez, quien también destaca “el color tierra-anaranjado de las paredes y del suelo debido a la presencia de otros muchos minerales”.
“Se construyeron en 1888, año en el que don Juan Lirola era alcalde. Bajo su mandato, que duró tres legislaturas, Almería experimentó una gran transformación, pasando de estar encerrada en sí misma en el centro a expandirse hacia Levante con nuevos ensanches burgueses”, explica Sánchez. La puesta en marcha de estos depósitos respondió entonces a la necesidad de dotar a los nuevos barrios de una infraestructura más moderna, en la que se incluía el abastecimiento de agua potable hasta las mismas viviendas. “Esto ayudó a rebajar notablemente las epidemias de fiebre amarilla, cólera y tifus en la ciudad, donde la salubridad del agua hasta el siglo XIX fue muy deficiente”, resalta el guía municipal.
Estos dos depósitos, ubicados en la avenida Santa Isabel, tienen una capacidad de 3.000 metros cúbicos cada uno. No obstante, el suministro varía dependiendo de la época del año, pudiendo alcanzar la cifra de los 6.000 metros cúbicos cada día durante los meses de verano. Cabe destacar que cuentan con un sistema de llenado que es mecánico y automático, que puede ser controlado remotamente y que proporciona datos cada hora de los niveles y de los caudales de entrada y salida de los depósitos. Abastecen al barrio de Oliveros, la zona centro, el entorno de la Catedral y la parte baja de la Rambla.
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