“Habrá procesiones, pero con otro ritmo y otro modo que nos costará encajar”

Juan José Martín Campos es el nuevo delegado episcopal para las hermandades

Juan José Martín Campos es el nuevo delegado episcopal para las hermandades.
Juan José Martín Campos es el nuevo delegado episcopal para las hermandades.
Álvaro Hernández
21:59 • 21 jul. 2021

Cuando hayan pasado siglos, su voz seguirá retumbando en los templos en los que ha predicado.  El nuevo obispo ha movido ficha con él: quien fuera párroco de San José es ahora el hombre con las llaves de la Catedral y, además, el alzacuellos de referencia para los cofrades.



Tan alto como profunda es esa voz suya, Martín Campos recibe a LA VOZ a la sombra de esa parroquia en la que ya predica su buen amigo Tomás Cano. Con la vista puesta en su Fondón natal pero sin nostalgia en la mochila. Así es Juan José Martín Campos:



¿Cómo recibes este encargo? ¿Cuáles son para ti los retos del mundo de la Semana Santa en 2021?



Empezar a andar de nuevo en la dimensión pública de nuestras hermandades, porque en realidad no han dejado de andar.



Esta situación de pandemia ha hecho que vivan hacia dentro, que profundicen… Ha sido una purificación de todos ver que no podíamos salir a la calle, pero creo que eso ha fortalecido en muchos casos la fraternidad, el trabajo por la caridad, prestando muchos servicios calladamente. Han trabajado mucho nuestros cofrades, ayudando en las parroquias, en Cáritas… 



Ahora toca volver a echar a la calle a la gente y eso tiene que hacerse con la delicadeza que nuestras hermandades saben y hay que acompañarlas también. El consiliario de la Agrupación tiene una labor acompañando, aconsejando, pero sin duda, ponerse en marcha de nuevo es el reto de todas nuestras hermandades.



¿Cuándo volveremos a ver un paso en la calle en Almería? 



Si el ritmo de vacunación y los jóvenes llegan a vacunarse y bajan estos niveles de ahora, es probable que el año que viene podamos tener alguna salida, pero las multitudinarias serán más difíciles de ver. 


Hay un antes y después en la manifestación popular de la fe; no sé hasta qué punto en muchos años volveremos a ver lo que hemos estado acostumbrados a vivir. 


Si se van bajando los índices de contagios, probablemente en el otoño o la primavera próximas podremos ver procesiones en la calle con otro ritmo, otro modo que nos costará encajar.

Lo de vivir hacia dentro la religiosidad nos hará bien.


Uno de los proyectos que se quedaron en el cajón es el cambio de Carrera Oficial. ¿Seguimos esperándolo para la primera Semana Santa? 

Yo creo que sí. Si los hermanos mayores ven que ese es el mejor camino para el esplendor y la ayuda a la devoción pues sí, aunque yo creo que el Paseo no se pierde nunca, porque es el lugar al que el pueblo puede ir a ver. 


Prácticamente todas las hermandades van ya a la Catedral; llegar a ese lugar, a esa iglesia madre, es de todos ya, pero el espacio del Paseo con todo lo que supone de belleza y puesta en escena y con tanta tradición, creo que se complementa.


¿Te has marcado algunos objetivos ya como delegado episcopal?

El primero y el más importante es ayudar a que nuestras hermandades sean lo que son, que respondan a su identidad. Y aconsejar, acompañar, para que la identidad de nuestras hermandades se fortalezca. 


Solo cuando tenemos una identidad grande podemos ofrecer un servicio: ofrecer lo que somos, aportando lo mejor de nosotros mismos. Nuestras hermandades tienen que crecer como hermandad.

Pero hay otro objetivo que el plan pastoral diocesano nos invitará: ser una comunidad eclesial, ser una comunidad cristiana. Me agrada especialmente que Antonio Gómez Cantero, el obispo coadjutor, emplee este término al empezar sus homilías: “Querida comunidad”. 


¿Crees que la Semana Santa de Almería está sobredimensionada?

Cuando hay ganas de hacer las cosas bien se sobredimensiona todo. A veces sí queremos echar pasos hacia delante y las huidas hacia adelante no nos vienen bien. 


Tenemos que ser conscientes de la gente que tenemos, de la que se compromete…  Lo que sí creo es que hay grandes ansias y a veces corremos el peligro de cumplir eso de que ‘el que mucho abarca, poco aprieta’ y tenemos que ser conscientes de esto.


¿Qué pasa si un día llega alguien a tu despacho para crear una nueva hermandad? O si alguien intenta recuperar alguna devoción como el Cristo de la Escucha... 

Bueno, el Cristo de la Escucha tiene su hermandad, existe, pero pasa por muchos derroteros. Es la devoción de Almería, de siglos. En los años 20 empieza a salir en la calle y lo saca la Adoración Nocturna. Luego nace una hermandad que ahora sigue existiendo, en mutua conexión con el Cabildo de la Catedral.


Si hay una hermandad que oferta algo que no se está ofertando, habrá que darle cabida. Lo que no podemos hacer es cada vez que tenemos distancias dentro de una hermandad entre unos y otros, montamos otra. Otro Cristo más, otra Virgen más no tiene mucho chiste cuando tenemos otras carencias. 


Hacer una hermandad por hacerla no es el mejor camino. Siempre que sea una novedad en la espiritualidad, vamos para adelante. Si no, no vamos a multiplicar los entes.


¿Sigue siendo la devoción popular una de las principales puertas de entrada a la Iglesia, a la fe? 

Es una de las puertas y una muy importante en el esquema religioso de nuestra tierra. Mucha gente viene y no se encuentra toda la mesa que esperaban, con todas las viandas que deseaban, así que tenemos una responsabilidad muy grande las hermandades: hay que poner la mesa bien puesta, hay que poner platos suculentos, para que quien venga a alimentarse no se encuentre chucherías, se encuentre un alimento sólido. Y eso es tarea de todos. Es verdad que si hay que dar un caramelo, se da un caramelo para que se acerque a la mesa...


Pero con chucherías no se saca gente adulta, hay que dar alimento sólido.


A quién quizás tengamos que darle algún caramelo es a don Antonio Gómez Cantero, que es ajeno a este mundo cofrade, para que se acerque a lo nuestro....

Yo creo que no hay que darle nada. Él viene con un gran ímpetu de servir a Almería, que es la tarea que la Iglesia a través del Santo Padre le ha encomendado. Él estaba muy a gusto y ha tenido que venir al sur, pero sus ganas de servir a esta Iglesia con fidelidad a la Santa Sede le hace acercarse, de hecho ya tuvimos una experiencia con el Corpus, que lo vivió con mucha cercanía a las hermandades.


¿Y cuáles son tus devociones? 

Una de las grandes devociones que tiene esta Catedral es el Cristo de la Escucha. Yo soy de Fondón, tenemos el Santo Cristo de la Luz.  Pero no puedo decir sino que el Medinaceli es el Señor de Almería. 

Pero es muy sorprendente que el amor de los almerienses a las devociones de la Catedral es grande: la Esperanza tiene mucha gente y luego la devoción a la Piedad que está ahí, muy pequeña… Fue la primera devoción de Almería, antes que la Virgen del Mar y es muy entrañable.


Pero hay una que hay que recuperar y yo la tengo, aunque no sé si la manifiesto bien: San Indalecio.


¿Es otro de los grandes retos? ¿Relanzar esa fecha? 

Antes salía con la Virgen del Mar y a lo mejor ese es el lugar de la devoción más popular. Se ha planteado alguna vez en el cabildo, que la Virgen del Mar vaya acompañada por San Indalecio.

Puede ser ese un lugar, pero hay una devoción que siempre estuvo: la procesión claustral (o en el Casco Histórico) con las reliquias, independientemente de la salida de la imagen. 


Hay que recuperarlo para que sea mucho más significativo en la memoria cristiana del pueblo de Almería.



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