“La Virgen tiene que llegar con agua”: Así se vive la romería después de 60 años

Más de 100 vecinos se reúnen para reivindicar el agua y sus tradiciones en Cuevas de los Úbeda

Marina Ginés
13:09 • 09 dic. 2024

Las calles polvorientas de Cuevas de los Úbeda se llenaron este sábado de un fervor renovado tras más de 60 años de ausencia. Más de 100 personas se unieron en el regreso de la romería en honor a la Virgen de la Inmaculada, que no solo fue una celebración religiosa, sino también un acto de resistencia y reivindicación. A través de esta fiesta, los vecinos de esta pedanía almeriense no solo trajeron de vuelta a su patrona, sino también su exigencia de derechos fundamentales que llevan tiempo esperando: agua potable y electricidad.

La jornada comenzó este sábado con el rezo del rosario y una misa, a las 12 del mediodía, la procesión dio inicio, mientras los vecinos caminaban entre la tierra cálida del campo, con la emoción a flor de piel. "La romería que hemos tenido hoy en las Cuevas ha sido fantástica, agradezco a todos los que han venido, hemos estado todos unidos como una gran familia. Y lo más importante que pedimos, agua para todos”, expresaba con emoción uno de los vecinos, cuya voz reflejaba el sentimiento común.

El regreso de esta romería no ha sido un hecho aislado. Y es que, los vecinos de Cuevas de los Úbeda han trabajado incansablemente para recuperar esta tradición que, en su día, fue el corazón de la vida del pueblo. Después de que la imagen original de la Virgen fuera retirada y la iglesia se deteriorara hasta convertirse en ruina, los vecinos se unieron para restaurar la festividad. Con sus propios medios, y una recaudación colectiva, compraron una nueva imagen de la Virgen, un manto y los ornamentos necesarios para devolverle su lugar en las calles.

Pero para muchos, la celebración de la Virgen es mucho más que una fiesta religiosa: es una protesta, un grito de esperanza. “La llegada de la Virgen tiene que venir con agua”, insistía otra vecina, Mercedes, quien resaltó la importancia de un servicio esencial para que el pueblo pueda prosperar: “Si hubiera agua, habría gente todo el año viviendo aquí, el agua es vida”.

La falta de agua potable es uno de los problemas más graves de Cuevas de los Úbeda. A pesar de que los vecinos llevan años luchando por este derecho, todavía dependen de cubas para abastecerse. “A mí me encantan las Cuevas, no puedo vivir aquí porque no tengo agua. Tengo que vivir a fuerza de cubas, pero si hubiera agua, viviríamos aquí”, comentaba otra vecina, visiblemente emocionada por el regreso de la romería, pero también por la necesidad urgente de cambios en su comunidad.

Con la procesión ya en marcha, los vecinos acompañaron a la Virgen por las calles del pueblo con una devoción palpable, mientras la banda de música de la Cañada, San Indalecio, marcaba el paso y la fiesta se impregnaba de emoción y esperanza. Muchos no podían evitar recordar a los que ya no están: “Viva la Virgen de las Cuevas, viva la madre de Dios”, gritaban al unísono. La jornada culminó con una misa, una procesión, y una gran paella para compartir y celebrar el regreso de la romería. Los puestecillos ambulantes llegaron para dar color y vida al evento, mientras las risas y los abrazos reflejaban el sentimiento de unión.

“Mi abuela me decía que estaba loco, que quién iba a venir aquí, pero al final ha venido todo el pueblo”, comentaba entre risas un vecino, uno de los precursores del regreso de esta tradición. El evento ha sido tan emotivo y exitoso que ya se están planeando nuevas celebraciones: “Esperamos que esta romería haya llegado para quedarse y si se pueden hacer más fiestas a lo largo del año, se harán”, comentaba el mismo vecino.

El regreso de la Virgen de las Cuevas ha marcado el resurgir de un símbolo de unidad y lucha. Ahora, la Virgen descansará en una de las casas de los vecinos, pero su regreso también ha renovado las esperanzas de que en el futuro pueda contar con un lugar más adecuado. Los residentes confían en poder construir una pequeña ermita, como símbolo de su fe y su resistencia, y como un espacio donde poder reunirse y seguir reivindicando los servicios básicos que llevan años solicitando. Cuevas de los Úbeda ha demostrado que la fuerza de la comunidad, unida por la fe y la esperanza, puede hacer frente a las dificultades. Y a pesar de que el camino aún sea largo, la voz de sus habitantes no será silenciada. Como aseguran con firmeza: “Queremos agua, queremos luz, y queremos ser escuchados”.










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