Muchos son los enclaves que pueden llamar la atención de la Alpujarra almeriense pero a continuación haremos especial mención a los pueblos de Almócita y Laujar de Andarax por algunas de sus singularidades.
A escasos dos kilómetros de Padules se encuentra la localidad de Almócita, cuyo nombre proviene también del árabe y significa “el de en medio”, pues es el punto medio hasta llegar al corazón de la Alpujarra.
Sus calles poseen un encanto muy peculiar pues en sus paredes hay plasmados poemas y pinturas espléndidas con el objetivo de hacer especial homenaje a la faceta artística que numerosos escritores románticos del siglo XIX descubrieron en esta comarca.
Además, también se puede visitar el antiguo barrio judío y un aljibe-labadero de origen árabe que está reconocido como una de las instalaciones hidráulicas más antiguas de la Alpujarra.
Finalmente, acabamos el recorrido en el corazón de la Alpujarra almeriense: Laujar de Andarax. Es el río Andarax el culpable de darle nombre a este municipio. Sus aguas, que dividen en dos el pueblo, se encargan de nutrir las fuentes y los innumerables árboles frutales que florecen alrededor.
Es incuantificable el atractivo que guarda este pueblo gracias no solo al ambiente de sus calles, sino al paisaje que lo rodea. Desde el Área Recreativa El Nacimiento se puede disfrutar de las vistas que ofrece su flora y fauna.
También se han de visitar la Iglesia de la Encarnación y la Casa Señorial de la familia Moya, pues son lugares con unos vestigios históricos dignos de ser conocidos.
Dos lugares en los que completar una ruta única sin dejar de visitar otros pueblos que, igualmente, merecen la pena.
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