Me preocupa la Feria del Libro de Almería. Huyendo de demagogias y sin tratar de buscar culpables. Me preocupa que en 2013 no la hayamos celebrado y sólo unos pocos, entre los que por supuesto me encuentro, parezcamos haberla echado de verdad de menos.
Me preocupa que el Ayuntamiento de la capital la haya intentado realizar de nuevo en primavera y finalmente libreros y editores hayan acordado que prefieren mantenerla en otoño. Y no lo digo porque me importe la fecha, sino porque entre la última y la próxima edición van a transcurrir 24 meses. En una provincia en la que, por desgracia, no nos caracterizamos precisamente por ser grandes lectores la Feria del Libro debe constituir el marco ideal para establecer vínculos entre las personas -en especial los niños- y la literatura. Yo descubrí los libros gracias a que mis padres leen y tienen su casa llena de ellos. Otros no pueden decir lo mismo y quizá necesiten una visita escolar a los expositores, el encuentro con un autor o un espectáculo de animación lectora.
Me preocupa que en pocos años la Feria del Libro haya cambiado tanto de nombre: Festival del Libro y la Lectura (Lilec), Feria del Libro, el Disco y el Cómic y ahora Feria del Libro y la Cultura. Valoro el esfuerzo por buscar un formato que implique a otros gremios y conecte con la gente, pero ésta también necesita un concepto duradero y fácil de identificar y recordar.
Me preocupa, por último, que pese a que parece haber consenso en que la Plaza Vieja, y no la Rambla, es el espacio adecuado para su celebración el próximo otoño han de estar desarrollándose allí las obras de rehabilitación de la Casa Consistorial.
Este post pretende ser una llamada a la reflexión y a la búsqueda del bien común. Vaya por delante mi reconocimiento a libreros y editores, auténticos héroes y heroínas que mantienen sus negocios muchas veces a duras penas. También al Área de Cultura del Ayuntamiento de la capital y a su concejal Ramón Fernández-Pacheco que, además de buen lector, se ha esforzado por encontrar el consenso y ha destinado 50.000 euros a la Feria con el propósito de hacer de ésta una edición de calidad.
Quizá los almerienses también debamos hacer autocrítica y preguntarnos si vamos a la Feria del Libro y participamos en sus actividades. Si contribuimos a su rentabilidad comprando alguna publicación, siempre en la medida de las posibilidades de cada uno.
Ojalá pronto la preocupación dé paso a otras sensaciones.
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