A pie de página cumple un año. Así, como lo oyes. Atrás quedan 21 posts en los que he intentado plasmar las luces del mundo de las letras almerienses (a las sombras -que las hay, aunque están en clara minoría- es mejor ignorarlas). Pero tranquilo, escritor (editor, librero, dramaturgo, traductor o amante de las letras en cualquiera de sus formas), el hecho de que aún no hayas aparecido en este blog no significa que tu labor haya pasado desapercibida para mí, sino que todavía no he tenido tiempo para escribir la entrada que te mereces. Algo que espero que ocurra en este 2015 que ahora comienza.
Para empezar el año con buen pie, he decidido rodearme de tres amigos que tienen en común el que LA VOZ les haya publicado un libro en los últimos meses. A saber, Jacinto Castillo, Eduardo del Pino Vicente y Juan Manuel Gil. También les une el absoluto respeto que sienten hacia la literatura. Un respeto que tiene su reflejo en sus obras y que se ha traducido en la calidad de las mismas. Pero como dijo Jack el Destripador, vamos por partes (siempre he querido usar esta cita):
Jacinto Castillo: "El 80 por ciento está escrito en la barra de un bar"
Silencio tras un aviso y otros títulos es el primer poemario del periodista Jacinto Castillo, que en 2012 publicó el libro Plaza de Toros de Almería: 125 años de pasión, editado también por LA VOZ. Con prólogo de Carmen López, la obra tiene su razón de ser en un aniversario: los cien años que habría cumplido el pasado diciembre -mes en que vio la luz- Cristóbal Castillo Marcos (Almería, 1914-2008), padre del autor. "Ha salido sólo por este motivo", asegura como restándole valor a su trabajo.
"El 80 por ciento está escrito en la barra de un bar", dice Castillo cuando le pregunto por el volumen. Y sí, uno de los valores de esta publicación es que reúne textos escritos a lo largo de muchos años y que parecían condenados a naufragar arrugados en el fondo del bolsillo de alguna chaqueta.
Es un libro difícil de definir. Lo catalogamos como poemario, pero incluye narrativa y prosa poética. Hay quien ha dicho que es un libro taurino y, de hecho, aborda la tauromaquia, pero también el miedo, el paso del tiempo, la culpa y el amor. Yo, incluso reconociendo -no sin cierto pudor- que no soy una buena lectora de poesía y que me considero cien por cien antitaurina, todavía ando perdida en sus versos. El actor Jesús Herrera me los clavó en el corazón al recitarlos en la puesta de largo de la obra.
A simple vista, Castillo es ese compañero de redacción silencioso y tímido que se dedica a investigar temas de agricultura (un universo desconocido para mí). Sin embargo, el que haya tenido la suerte de leer algunas de sus crónicas/críticas culturales -en especial, sobre artes escénicas- sabrá que además de saber lo que dice, sabe cómo decirlo. "Nadie había hecho crítica cultural en esta ciudad hasta Jacinto", me comentaron una vez los teatreros de Almería. Como es un tipo modesto, él dice que son sólo comentarios.
Tuve la suerte de descubrir su faceta poética en un recital de los Banderines del Zaguán a los pocos meses de aterrizar en esta redacción. Entonces me inspiró un artículo que aún me ruboriza (vaya pintas tenía) y enorgullece a partes iguales. Y que me hizo contravenir el sabio consejo de no escribir opinión hasta haber cumplido por lo menos los 40. Con él paso al siguiente libro.
Eduardo del Pino Vicente: “Me siento cómodo contando las historias que me contaron o que hubiera querido que me contasen"
Hablar de Eduardo del Pino Vicente no es fácil para mí porque lo admiro. Todos los periodistas con un mínimo de vocación aspiramos a hacer algo parecido a lo que él logra cada día en la contraportada de LA VOZ. Para sus seguidores -que son muchos-, sus artículos son la primavera del periódico. Poeta de lo cotidiano, escribe a diario la crónica sentimental de las gentes humildes y anónimas.
Los libros de Eduardo han experimentado una evolución similar a la de sus presentaciones. Con los años, la timidez y los nervios dejaron paso a la reafirmación -consecuencia directa del calor que recibe de los lectores- y hoy sus encuentros con el público han adquirido tintes de monólogos canallas en los que siempre te quedas con ganas de más.
Autor de Almería, memoria compartida, Almas de barrio y Los años vividos, Almería de ayer y siempre es su cuarto libro. Aunque en un principio estos se basaban en sus contras de LA VOZ, con los años han cobrado vida propia y ahora prácticamente no tienen nada que ver. Este último título saca a la luz fotografías inéditas de los primeros días de la Guerra Civil en las calles de la ciudad, ofrece un recorrido por negocios de antaño, constituye un canto a la década de los 60 y rinde homenaje a los barrios olvidados.
“Me siento cómodo contando las historias que me contaron o que hubiera querido que me contasen. La gente de mi barrio y de mi familia que me contaba historias lamentablemente fue pasando y sólo me quedé en lo superficial”, me decía hace unas semanas en una entrevista. Una afirmación que denota la naturaleza sensible de este trovador que va de chico duro, pero que en el fondo desprende nostalgia. Respira nostalgia.
Juan Manuel Gil y su viaje poético perfecto
¿Qué contar de Juanma Gil que no haya contado ya? Quien me conoce sabe que siento debilidad por lo que escribe y compro sus libros para tenerlos y para regalarlos. "A mí me deprime leerlo", me explicaba el fotógrafo y articulista de LA VOZ Antonio García Ché esta semana en la concentración #AlmeríaconCharlie en alusión a lo mucho que le gustan sus textos.
Hipstamatic 100 representa, como él mismo ha explicado, "un viaje poético perfecto". Coger el tren de su literatura es tan fácil como abrir el libro al azar por cualquiera de los cien artículos o vagones que lo forman. Está el vagón del amor, el de la crítica social, el compartimento de la lectura, el de la actualidad o el de los sueños. Porque en definitiva su libro trata de la vida.
Ese viaje tiene algo de onírico y mucho de imaginario, de modo que el lector que no se apee de su prosa poética lo verá todo a través del objetivo de una cámara Hipstamatic.“Cuando bauticé mi columna, le estuve dando vueltas al asunto y di con un cacharro que se creó a principios de los 80 y al que pusieron el nombre de Hipstamatic 100. Con aquellas cámaras, a las que era muy fácil cambiar el objetivo, se captaban imágenes un tanto alucinadas de la realidad y pensé que era una buena metáfora de lo que yo quería hacer con LA VOZ”, expresaba en una entrevista a este diario que publicó de forma semanal sus artículos entre 2010 y 2014.
La próxima estación en la que hará parada será la Cafetería Alhambra de El Ejido el jueves 22 de enero a las 21 horas (organiza la Librería Sintagma). Por cierto, muy importante, Hipstamatic 100 cuenta con un prólogo también maravilloso del periodista especializado en cine Evaristo Martínez.
Además de apadrinarme como aspirante a bloguera literaria (sin duda su mayor mérito), Juanma Gil dedica el tiempo libre que le deja la enseñanza a escribir. Ha publicado el poemario Guía inútil de un naufragio, la novela Inopia y el “inclasificable” título Mi padre y yo. Un western. “Hipstamatic 100 es un nuevo cambio dentro de mi literatura. Cada uno de mis libros representan cosas totalmente distintas”, asegura.
Con estas recomendaciones literarias dio por soplada la vela de este primer cumpleaños de A pie de página. Y que cumpla muchos más.
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