Mientras que la plataforma ‘Salvemos las pitas de Almería’ ha presentado un manifiesto en el que piden a la Junta de Andalucía que se replantee el proyecto de erradicación de pitas en algunos lugares del Cabo de Gata, una veintena de investigadores han mostrado su apoyo al plan de la Consejería de Medio Ambiente.
Según recuerdan estos investigadores, pertenecientes al Centro Andaluz para la Evaluación y Seguimiento del Cambio Global, al Consejo Superior de Investigaciones Científicas y a la Universidad de Almería, los cultivos de sisal (Agave sisalana) y henequén (Agave fourcroydes) procedentes del Yucatán fueron plantados en las zonas áridas de Almería entre 1956 y 1958, para poner en valor las tierras más improductivas del sureste español.
Se plantaron 23.000 plantas de henequén y 48.5000 de sisal por las llanuras litorales de Almería, unos cultivos que hoy han dado lugar a poblaciones naturalizadas que ocupan más de 1.000 hectáreas en los espacios protegidos Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, ZEC Ramblas de Gérgal, Tabernas y Sur de Sierra Alhamilla y otras zonas de la provincia.
Estas poblaciones compiten en muchas áreas con el ecosistema nativo formado por azufaifos, artales y matorrales semiáridos,
Lo que sí sabemos
“Aunque aún nos queda mucho por conocer, hay algunas cosas que ya sabemos del papel del sisal y el henequén en los paisajes almerienses”, señalan en su artículo. Así, destacan que su carácter invasor se manifiesta particularmente en las zonas arenosas; el crecimiento de la poblaciones no parece tener control; compiten por el agua con las especies del matorral y ocupan físicamente su espacio, lo que supone una modificación del hábitat; y esta modificación impide que las aves estepáricas se instalen en las llanuras litorales, lo que supone una amenaza para la diversidad faunística.
Sin embargo, estos científicos reconocen que “para ser realistas, hay otras que también debemos tener en cuenta considerando el marco ambiental y social en el que nos encontramos”. Así, consideran que se debe “valorar el sentir de algunos sectores de la sociedad que han incorporado a éstas y otras especies de pitas en su bagaje cultural, y rechazan su control”.
En este sentido, señalan que “mantener un paisaje heterogéneo, que aúne naturaleza, historia y cultura es un reto para la gestión medioambiental actualmente”. Pero, desde su punto de vista, “también hay que reconocer que es una prioridad establecer medidas que eviten daños irreversibles en los ecosistemas autóctonos, como podría ser la extinción de azufaifos, artales, aves estepáricas, etc…”.
Alerta social
En la práctica, la acción que se está planteando desde la Junta no es muy diferente de los aclareos y talas controladas que se hacen en los pinares de repoblación o del control que se hace de las uñas de gato que se extienden por los ecosistemas dunares. Estas acciones no generan alerta social, ni son entendidas como una medida de erradicación, sino de gestión o control, comentan.
Finalmente, este grupo de investigadores asegura que el interés mostrado por el mantenimiento del sisal y henequén por algunos sectores sociales es completamente legítimo, pero, “la eliminación controlada de estos cultivares de pita en lugares puntuales para mejorar el estado de conservación de nuestra biodiversidad nativa, no su pone ninguna amenaza para ese paisaje que ya nos resulta tan familiar”.
Esto es lo que desde la Plataforma defienden, cuando aseguran que “las pitas (ágaves) representan algo más que una especie exótica, ya que forman parte de la identidad almeriense y de su historia”, recoge el manifiesto presentado a Medio Ambiente por el colectivo.
Pitas y artos compariendo el espacio
El Manifiesto para la Conservación de las Pitas (Manifiesto Pitaco) ha sido presentado este lunes en la Delegación de Medio Ambiente de Almería. La Plataforma confía en que el documento sirva, entre otras cosas, “para acercar posturas con respecto a las actuaciones previstas en el proyecto Life Conhabit, auspiciado por la Junta y que incluye la erradicación de las pitas del espacio comprendido entre Retamar y El Alquián, etiquetadas como especies exóticas invasoras”.
El colectivo defiende que “en vez de la erradicación total, pueden realizarse acciones puntuales solo en los lugares donde contamos con artos. Actuaciones muy localizadas, dejando las macollas de pitas compartiendo el espacio con sus anfitriones”.
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