“El momento de más ilusión fue cuando me comunicaron que pitaba la final olímpica”

Dirige del Instituto Municipal de Deportes de El Ejido poniendo en práctica todo lo que aprendió en sus etapas como profesor de Historia y como árbitro internacional de voleib

Gabriel Jiménez en un momento de su entrevista en el “Hoy por Hoy”.
Gabriel Jiménez en un momento de su entrevista en el “Hoy por Hoy”.
Alberto Cerezuela
07:00 • 19 feb. 2016

Hay entrevistas que se disfrutan, y la realizada a Gabriel Jiménez Callejón es una de ellas. Sabiduría y seriedad van de la mano en el perfil de un hombre que desprende enseñanza en cada palabra que dice. En Cadena Ser Poniente repasó su trayectoria y habló de su experiencia al frente del IMD de El Ejido.




Empecemos por tu etapa como docente. He podido hablar con alguno de tus alumnos y te recuerdan como un adelantado a los demás profesores en la forma de dar clases. Utilizabas reflexiones a partir de lo que escuchabas en la radio en el trayecto desde El Ejido hasta La Salle.

Tuve la suerte de tener muy buenos maestros y lo que sí les hacía era una reflexión el primer día para que no prejuzgasen a nadie. Que no se dejasen influenciar, que se despertara un espíritu crítico en ellos. Y utilizaba mucha bibliografía ya que yo en los libros encuentro el remanso de paz más importante del mundo.




¿En qué momento aparece el arbitraje? 
Fue de casualidad, como las cosas importantes de la vida. Yo jugaba al voleibol y tuve una rotura de ligamentos del tobillo, que me hizo parar durante dos meses. En ese momento me ofrecieron ser árbitro porque faltaban personas para pitar. Si te cuento que mi primer partido lo arbitré en lo que hoy es el Museo de Almería, que entonces se llamaba Sección Femenina, que las niñas jugaban con faldas y que yo iba con chaqueta y corbata... ¡No te lo creerías! Yo estaba en 6º de Bachillerato. Me picó tanto el gusanillo del arbitraje que lo seguí compaginando a la vez que jugaba y estudiaba en la Universidad de Granada. En aquel momento no me imabinaba que formaría parte de mi vida durante 33 años. 

¿Qué se siente al pitar una final olímpica?
Orgullo y responsabilidad. Fue la primera vez que un español arbitró una final olímpica. Pero el momento de más ilusión fue cuando me lo comunicaron. Ahora se ven las cosas muy sencillas pero hay que ponerse en situación: Por primera vez en la historia se consiguen unos Juegos Olimpícos en tu país, yo iba arbitrar en el Palau Sant Jordi. Para los que hemos estudiado arquitectura desde el punto de vista artístico es una pasada. Todo salió muy bien pero lo que yo no podía imaginar es el salto cualitativo que me proporcionaría. Todo el mundo sabía quién era yo y me meterieron en la “super élite” de los árbitros, pudiendo pitar en campeonatos del mundo o en la Liga Mundial.




Y después  los JJ.OO. de Atlanta.
Ahí pasó algo con una designación, ya que en nuestra federación había incompatibilidad por confederaciones. Yo he sido un magnífico árbitro neutral porque nuestra selección, lamentablemente, no llegaba muy lejos y eso me permitía pitar en este tipo de campeonatos. Algo así me pasó a nivel nacional ya que, cuando Unicaja empezó a jugar finales de la Copa del Rey, yo no podía pitarlas. La verdad es que la experiencia de Atlanta fue buenísima. Estuvieron muy bien organizados y la anécdota fue la famosa bomba, lo que me permitió tener conversación con Doña Sofía en las ocasiones en las que nos hemos visto.




La vida en el arbitraje es muy sufrida, ¿verdad? 
Mucho. Yo he tenido la suerte de tener en mi casa a una santa. Lo entendía porque jugaba a voleibol, y porque me veía feliz, pero son demasiados días fuera. Una vez me dijo un supervisor: “Gabriel, además de ser buen árbitro hay que saber estar en todos los momentos y a todas horas”. Te mueves en unos niveles de la sociedad muy interesantes. Por ejemplo, en el Mundial de Japón me presentaron a Hiroito, y en La Habana al Comandante Fidel. Lo que más valoro de esta etapa es todo lo que he aprendido, principalmente a no despreciar a nadie por su aspecto.




Y llega el IMD...
Nunca le estaré lo suficientemente agradecido al Ayuntamiento de El Ejido por la oportunidad de dirigir el IMD. Me presenté a la plaza por “quitarme el cañarete”. Me pilló la época de las obras y tenía que salir de casa a las 6:30 para poder llegar a tiempo a mis clases. La experiencia es espectacular y mi satisfacción es ver esa cantidad de gente que hace deporte en El Ejido. Cuando empecé esta aventura, lo tuve claro. No buscaba ser especialista en un deporte, como se hace en otros pueblos, sino que hubiera esa diversidad. He tenido la suerte de que casi todos mis concejales han tenido sentido común, eso es importante.




¿Un reto?
Potenciar los deportes de playa. No vivir de espaldas al mar. Deberíamos tener un club náutico a reventar; contando con un campeón del mundo, habría que tener 200 windsurfistas; la hípica; el lago... ¡Lo tenemos todo muy cerca!





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