“El trabajo duro y los sueños van siempre de la mano, y muchas veces se cumplen”

En 2009 conocimos al almeriense Samuel Cuenda ya que participó en el programa ‘Operación Triunfo’. Después lo hemos visto en ‘Eurovisión: Destino Oslo’ y, asiduamente, en ‘¡Qué tiempo tan feliz!’ con María Teresa Campos. Es la primera vez que actuaba en El Poniente, comarca donde tiene muchos seguidores. El público del Teatro Auditorio de El Ejido disfrutó de su nueva canción ‘Contigo pierdo el control’.  

Nos presentas tu nuevo trabajo. ¿Qué te dice la gente?, ¿Cómo estás?
El día 4 salió en todas las plataformas digitales, y el videoclip en Youtube. Muy nervioso, porque es una experiencia que no se vive todos los días. La gente está acogiendo muy bien el tema y el vídeo, y me dicen que perciben algo nuevo en ella. Es lo que todo músico busca, un estilo propio que te defina y que además sea acogedor para la gente de tu tierra.

Se te nota bastante cambiado.
Sí, se ha visto una madurez bastante grande. Del chico de ‘Operación Triunfo’ al de hoy, han pasado muchas cosas, algunas no demasiado buenas. Ahora soy una persona más calmada fuera del escenario, pero dentro sigo dando muchísima guerra. Ten en cuenta que han pasado muchos conciertos, muchas giras, y mucha televisión.

¿Qué hay detrás de ese nuevo single, ‘Contigo pierdo el control’? 
Detrás de esta canción hay más de un año y medio de trabajo, de componer más de 30 temas, de buscar un sonido que convenciese, al igual que un ritmo bailable, de discoteca. Mucha melodía, mucha batería, mucha guitarra... Es acertar, casi como cuando juegas a la lotería.

¿Cómo es ese momento en el que decides que la canción está lista?
Todo depende de cómo se trabaje. Yo soy una persona muy exigente, pero hay que saber parar. Llegó el momento en el que tuve que decir “basta, ya está, no la quiero escuchar más en el estudio”. Ahí es donde van los años, haber compuesto tantas canciones. Si no, estaríamos haciendo cambios siempre.

¿Por qué ese título?
Fue como decir: “sigo haciendo lo que quiero”. La gente cuando está triste, se pone música aún más triste, y me gustaba un título que no dejase a nadie indiferente. Lo bonito de la música es hacer sentir. Que cada uno le ponga su significado, habrá quien lo vea desde el punto de vista positivo y viceversa. 

¿Cómo se puede conseguir ese temazo?
Ahora estamos a tope con la promoción. Está en Itunes, Spotify y Youtube. El sistema de trabajo con la productora es el “pasito a pasito”. Tenemos un tema bueno, hay que trabajarlo bien, y ya nos pondremos con el siguiente single. Es importante empezar un proyecto desde la base, desde cero, con un sonido nuevo que vuelva a enseñar a la gente el Samuel más duro. Para los tiempos que corren está saliendo todo estupendamente. En Almería la gente me acoge muy bien porque aparentemente estas cosas son fáciles pero no es así.

¿Con qué pierde el control Samuel Cuenda?
Uff, un chico de 25 años pierde el control con cualquier cosa, pero diré que con la música (ríe).

Aunque seas tan joven, llevas muchos en esto. ¿En qué ha cambiadotu forma de ver la música?
Antes lo veía como un juego, algo que me llenaba y que me iba a transportar a otra vida totalmente diferente, de la noche a la mañana, ya sea por fenómeno fan, viajar por el mundo, conciertos... Ahora me lo tomo de otra forma. Nunca hay que perder la ilusión pero ha pasado a ser algo más íntimo, mi manera especial de conectar con la gente. Es lo que nos hace artistas, ya sea en pintura, literatura o música. Algo muy interior. Creo en el esfuerzo. Si te esfuerzas el triple, lograrás por triplicado.

A pesar de tu larga trayectoria, cantaste por primera vez en El Ejido en la  gala de los II Premios Círculo Rojo. ¿Qué tal fue?
Estoy agradecido de poder formar parte de  Editorial Círculo Rojo, y sobre todo, orgulloso de mis paisanos. He visto su crecimiento y cómo han conseguido sus objetivos año tras año. Ya en los anteriores premios tuve la oportunidad de estar presente entregando un galardón, y esta vez, al poder cantar, ha hecho un poco más especial para mí esta experiencia. Después de todo, me queda la certeza de que el trabajo duro y los sueños van siempre de la mano, y que el arte, ya sea con palabras escritas, cantadas o dibujadas, deben tener preferencia en nuestras vidas. Y esa es la sensación que, año tras año, puedo llevarme a casa después de estar con mi familia de Círculo Rojo.