Nació en Madrid en 1979. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y especialista en criminología y sucesos. Además, es reportero, presentador de TV y escritor. Sus libros: ‘Asesinos’, ‘Dossier Negro’, ‘Inexplicable’ y ‘Killers’, que acaba de publicar en coautoría con Francisco Pérez Abellán. Actualmente trabaja en el programa ‘Cuarto Milenio’ y ha visitado Almería en infinidad de ocasiones en busca de nuestros misterios.
¿Qué significa para ti ‘Cuarto Milenio’?
Es un espacio que nos permite profundizar en enigmas criminológicos, por supuesto, pero también en asuntos difíciles de explicar. Eso es lo realmente maravilloso de este programa, que es puro periodismo sin complejos. Todo se afronta de la misma manera, desde la humildad, con curiosidad, dejando espacio a todas las posibilidades y tratando de aportar las opiniones de expertos de distintos ámbitos. Y dejando siempre al espectador la última palabra. Se aprende cada día y es, además, un trabajo que te permite expresarte con libertad y desarrollar la creatividad. No puedo pedir más, ¿verdad?
Tantos reportajes darán para muchas anécdotas. Desvélanos alguna.
La impresión que me dio ver al doctor Gaona salir del Teatro Cervantes con el rostro desencajado. Se había desplazado hasta allí para analizar científicamente lo que los testigos comentaban. Y acabó sucumbiendo a su magia. Se quedó descolocado porque no encontró una explicación obvia. Esto ocurre muchas veces si somos honestos. Y no significa necesariamente que haya un ente sobrenatural en el teatro. Pero es evidente que hay algo que hace que determinadas personas tengan experiencias difíciles de explicar. Y si el doctor Gaona no sabe bien qué es, ¿cómo voy a saberlo yo?
En varias ocasiones has visitado la comarca del Poniente para investigar. ¿Tantos misterios encierra?
He tenido la suerte de poder conocerla bien y guarda todo tipo de historias maravillosas. Pude comprobar cómo pervive el culto a las ánimas en Adra, por ejemplo, hoy que nadie cree en nada. O seguir la pista de las misteriosas luces de Alcolea. Pasamos toda una noche buscando alguna explicación, intentando verlas para forjarnos una opinión, pero no tuvimos suerte. Y también investigamos los llamados exorcismos de Vícar, que ponen de manifiesto que muchas personas piensan que el demonio puede actuar sobre nosotros...
No voy a ser original: ¿Has pasado miedo en alguna investigación?
Siempre voy acompañado por un cámara y pensar en el trabajo que hay que hacer siempre te protege de abandonarte a tus pensamientos. Es verdad que no me apetecía mucho entrar en el sanatorio de Agramonte. Imponía. Pero una vez, en el Parador de Jaén, vi a mi amigo Nacho Navarro, absolutamente escéptico, verdaderamente asustado. Por la noche habían pasado todo tipo de cosas en su habitación: puertas que se abrián solas, golpes, la televisión se encendía y se apagaba, pasos... Todavía teníamos que quedarnos una noche más. Y sentí una mezcla de sentimientos. Por un lado quería que me pasara a mí para poder contarlo. Pero por otro...
¿Existe el mal?
Por supuesto. Y los malvados. Hay personas que eligen transitar por la senda del egoísmo absoluto, que nunca piensan en el prójimo como un igual, sino como un medio para alcanzar sus fines. El malvado no tiene por qué matar pero siempre hace mucho daño. Y no sólo no le importa causar sufrimiento sino que disfruta de él. No sé si existe el mal como entidad, pero desde luego anida en nuestro interior.
¡Qué rotundo! ¿Y podemos combatirlo?
Con el bien. Y los buenos somos más. Nada perturba más al egoísta que ver a las personas ayudarse de forma altruista. Pero, por supuesto, hay que estar informado y preparado para defenderse. Y tratar de evitar a las personas perniciosas. Hay que tener en cuenta que pueden llegar a matarnos. ¡Eso no hay que dudarlo! La realidad siempre supera a la ficción..
Dices que tus libros ayudan a protegernos de los asesinos. ¿Cómo es eso?
Saber es lo único que nos hace más fuertes. Cuando cruzamos la calle, miramos porque hemos aprendido que un coche nos puede atropellar. Con el crimen ocurre lo mismo. Si sabemos cómo actúan los asesinos, podremos tomar medidas para evitar convertirnos en una víctima. Además, considero que asomarse al abismo, a la parte oscura del alma humana, nos hace tomar conciencia de quiénes somos en realidad. Todos tenemos luces y sombras.
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