El proceso de separación que habían emprendido en 1979 El Ejido y Dalías culminó un 11 de septiembre de 1982, cuando el BOE publicó la segregación definitiva de los dos municipios. Pero para llegar hasta allí se tuvo que recorrer un camino lleno de dificultades. Principalmente, porque lo que estaba en juego eran sentimientos encontrados entre amigos y, en muchos casos, entre familiares. Fueron años vibrantes, de enorme intensidad, plagados de tensiones y de problemas. Pero era algo inevitable.
“Fue un hecho que debía darse como se dio. En primer lugar, porque la propia Ley de Municipios, aprobada durante la monarquía de Alfonso XIII antes de la Segunda República, ya reconocía que el Campo de Dalías tenía habitantes suficientes como para tener una entidad propia. Estamos hablando de la época previa a los años 30 y ya El Ejido tenía población y recursos como para contar con un ayuntamiento, pero no era el momento”, explica el historiador Valeriano Sánchez Ramos.
Crecimiento económico
Ese momento llegó más adelante, cuando se produjo la eclosión económica al abrigo del crecimiento de los invernaderos y que hizo que aquellos mismos habitantes, con los mismos recursos pero ahora con una nueva perspectiva, desearan un autogobierno y decidieran querer gestionar desde su lugar de origen.
“A medida que la economía empezó a desarrollarse, todos los trámites administrativos había que hacerlos en Dalías y la distancia con El Ejido empezó a ser cada vez más gravosa. Eso provocó que los ciudadanos empezaran a reclamar lo que hoy día llamaríamos un “estado de bienestar administrativo”, es decir, tener la ventanilla cerca. Por eso, el sentimiento de autogobierno fue mucho más notable en El Ejido que en Dalías, porque los de allí no sentían ese peso”, señala el historiador virgitano.
El primer paso fue la propuesta de cambio de capitalidad que impulsó la primera corporación democrática de Dalías, con el entonces alcalde socialista Luis Martín Maldonado al frente. Corría el mes de agosto del año 1979.
Después siguió un largo proceso que culminó el 30 de julio de 1982, cuando José Antonio García Acién, que había sustituido en el cargo de Martín Maldonado tras su dimisión, recibió en la Diputación la noticia que tanto se había esperado: la definitiva segregación de ambos municipios.
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