El Ayuntamiento de Vera ha comenzado los preparativos para la celebración, el próximo año, del 500 aniversario del terremoto que devastó la antigua ubicación en las faldas del Cerro del Espíritu Santo y, por tanto, propició el actual emplazamiento de la ciudad.
“Ya se están formando las comisiones de trabajo, desde el punto de vista histórico y cultural”, apunta el alcalde de la localidad, Félix López, quien avanza un amplio programa de actividades “de la época en contraste con la actualidad.
Terremoto
El martes, 9 de noviembre de 1518, hacia las 11 de la noche un primer terremoto hizo temblar “hasta los cimientos”, según las pocas crónicas que del momento existen. Un segundo seísmo, “casi tan grande como el primero acabó por derribar todo lo que quedaba enhiesto”.
En la antigua ciudad se habían instalado pocos cristianos tras la reconquista, unos cien repobladores que pudieron aumentarse en los próximos años, sin que existan datos exactos del número de habitantes en el momento del seísmo, aunque se habla de 150 fallecidos como consecuencia directa del mismo.
El terremoto supuso que calles, casas y lugares públicos quedaran en ruinas. Además, la hora propició que aumentara el número de fallecidos, puesto que se encontraban en sus casas. Por ello, hubo que desplazar su emplazamiento a una localización más segura y fácil de reconstruir.
Restos
De aquella época queda un aljibe principal, transformado posteriormente en ermita del Espíritu Santo. Además, cuatro cisternas adosadas a las murallas, que junto a los aljibes embalsaban una capacidad máxima de 650.000 litros.
Por el momento no existen trabajos arqueológicos concretos para clarificar la forma de vida en la antigua ciudad, sólo los que permitieron al Ayuntamiento reabrir al público este espacio hacia 2001. Los accesos principales ahora tienen los nombres de los dirigentes locales en época de ocupación y los héroes de la pacífica reconquista por parte de los Reyes Católicos.
Reubicación
Finalmente, tras el “informe de cómo se a de fundar la Ziudad”, firmado por Francisco de Castilla en 1519, se decide dotar a la población de una iglesia-fortaleza, que también sirviera de guarida contra las incursiones bereberes del norte de África.
La iglesia contó así con 180 metros de lado y dos torres en las esquinas. El acuerdo incluía también la construcción de 135 casas. Su obra se retrasó, lo que conllevó la queja de los vecinos afectados, al igual que ocurriera con la obra de la muralla.
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