Aún lo veo. Su recuerdo es imborrable. Azul oscuro. Grande, rectangular. Tamaño guía Michelín plegada. Con su antenita extensible. De abrir y cerrar o, en otras palabras, se levantaba la tapa y, una vez acabada la función, se volvía a juntar. ¡Clock! Parecía un huevo, pero era mi teléfono móvil, ¡¡no, no!! era mucho más, una joya. Abierto, la base tenía el teclado y el micrófono, en la tapa el auricular. Lo curioso de aquel artilugio es que servía para hablar con otro teléfono siempre y cuando lo permitiese la cobertura. Dios, aquello resultaba increíble.
Quienes han/hemos cumplido tres veces o más los 15 años, han/hemos asistido a un desarrollo tecnológico en la comunicación arrollador. Ni ‘milenian’, ni ‘centenial’, la generación de la cabina telefónica en la calle o de la operadora en algunos lugares de esta zona, como en otras muchas provincias, han/hemos visto curiosidades sin cuento con los teléfonos móviles. La cantidad de inventos alumbrados en torno al aparatito fue innumerable. Como aquel consistente en instalar distintos sonidos de fondo: la estación de tren, circulación de vehículos…, todo con el único fin de despistar a la persona con la que conversabas no fuera que…, supiera que estás donde no debías estar.
Allá, a mediados de los años 90, -ayer como quien dice-, al teléfono se le encontró la utilidad de enviar mensajes de texto. Virgen del Amor Hermoso. El SMS hizo mella en los límites de la tecnología. El salto de las líneas analógicas a las digitales te pisaba la sombra. El envío y recepción de datos se desmandaba, resultaba insuficiente, llegó el correo electrónico en lo que ya se dio en llamar smartphone. Comenzaba una era. A una gran mayoría de la generación cabina telefónica le pilló con el paso cambiado.
De unos años a hoy, el teléfono móvil, perdón el ‘esmarfón’, se ha vuelto imprescindible en nuestras vidas. El mercado de aplicaciones posibilitó informarnos de la temperatura, guardar la agenda de amigos y familiares de los que, por cierto, hemos olvidado sus números de teléfono, hacer fotos, tomar notas, realizar cálculos, escuchar música, ver la tele, pedir cita al médico, oir la radio, grabar voces, leer el periódico, gestiones bancarias y, palabrita del Niño Jesús, efectuar videollamadas e, incluso enviar ‘guasás’ o conectarse a las redes sociales, la del ‘fasebú’ y así. Lo realmente sorprendente es que también se puede hablar telefónicamente con los ‘esmarfones’.
La dependencia del móvil es tal que cuando se estropea o lo desbaratamos de tanto trastearlo, la sensación es en algunos extremos de ‘nomofobia’ -ver en ‘guiquipedia’-. Se ha convertido en un hábito de vida. Vaya, que no podemos vivir sin él. En estos casos lo aconsejable es acudir a los ángeles de la guarda de los móviles y ‘esmarfones’. Están en Mojácar, en el Parque Comercial, son: Loles, Isabel, Ellie, Mikel y Razvan. Han visto y solucionado de todo. Desde recomponer un aparato caído al wáter -aquí, el técnico Razvan se pinza la nariz con los dedos-, a pasar datos de un teléfono a otro y ¡sin perder ninguno! Pantallas rotas, aplicaciones conflictivas, líos con las tarjetas de datos y de almacenamiento, tarjetas SIM micro recortadas por el chip, la pantalla está en negro por la sencilla razón de haber bajado totalmente el brillo, es decir, y por no hacerlo interminable, un mundo para el usuario profano en el que unos profesionales expertos dan remedios y arreglos y soluciones.
Razvan viste una bata blanca de tejido elaborado a base de fibras de poliéster de filamento continuo y fibras antiestáticas que lo convierten en un tejido semiconductor, óptimo para trabajar en laboratorios o talleres donde se manipulan componentes sensibles: laboratorios de electrónica y microelectrónica, entre otros. Razvan me cuenta que es de los pocos expertos en cambiar nano chips que están en la placa base para lo que es necesario trabajar con el microscopio y cambiar el chip con el instrumento de soldadura.
Puestos ya a preguntar, pregunto: ¿por qué los seres humanos cambiamos tanto de ‘esmarfón’? Respuesta: fundamentalmente por seguir la moda, por llevar el último modelo. Datos: según el MWC (Mobile World Congress) 2016, en España la implantación del móvil en España entre los 16-65 años alcanza un 94%, de estos la gran mayoría usa ya Smartphone, lo que representa una población de 21 millones y medio de individuos (IAB 2016), la cifra más alta de toda la UE. Más datos: la media de conexión en España es de 2 horas 34 minutos en Smartphone y 1 hora y 19 minutos en la tablet.
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