La tele tiene a veces estas cosas, que estas cosas sólo aparecen a veces en la tele. Y no. Estas cosas, lo de la violencia, las agresiones, los abusos, no digamos los asesinatos a mujeres, están ahí o aquí, quien sabe si tras la puerta de al lado. Porque una de las cosas que tienen estas cosas es el silencio, el puñetero silencio al que empuja el miedo, el qué dirán, porque ‘soy la culpable’, porque ‘me quiere’. ¿Te quiere? Que te revienten las tripas o te anulen psicológicamente es, cuando menos, una extraña forma de querer. Y sin embargo… Un día de hace unos años, casi donde acaba Turre en dirección a Mojácar, un chaval le daba una paliza a ‘su chica’. Bajé del coche, me acerqué al portal con la intención de separarlos, ‘su chica’ me empujó de mala manera mientras gritaba que quién era yo para meterme en sus asuntos. Esta insólita reacción me entristeció.
Pasados unos cuantos calendarios, la casualidad propició el reencuentro con ‘su chica’. Al principio no la reconocí, si bien ella, ya casada, se encargó de recordarme el suceso entre sollozos, disculpas y un relato de palizas sin venir a cuento, somanta de palos cuando él llegaba a casa con el alcoholímetro pasado, un destrozo total de vida, en definitiva. Se había separado de la bestia, aunque de vez en cuando seguía molestándola. Me hacía sentirme insegura, me contaba, insegura y culpable. Un tormento. No sabes, nadie puede imaginar qué tan miserable te sientes en esa situación y qué desolación cuando tomas la decisión, la de basta ya. Estás sola. Yo me encontré en la más absoluta soledad, en la mayor de las angustias. Alguien me habló de Susana Salamanca, me está ayudando a salir del túnel con terapia con caballos.
Verónica, por ponerle un nombre, convivió con un marido muy violento. Es una persona narcisista, dice, y, por tanto, la necesidad de sentirse poderoso. Conmigo conseguía sentirse así haciéndome sentir insegura y cuestionando todo lo que hacía. Se enfadaba con muchísima facilidad si consideraba que no le estaba prestando suficiente atención, y se ponía realmente violento si me atrevía a mostrar desacuerdo con sus puntos de vista o no alcanzaba sus expectativas. Él me juzgaba, criticaba, ridiculizaba y culpaba constantemente por todo. Su comportamiento me hacía sentir inferior y poco a poco fue destruyendo mi autoestima. Con el tiempo perdí confianza en mí misma y me convertí en una mujer nerviosa e indecisa. Me aterrorizaba dar mi opinión o incluso hablar en muchas ocasiones. Intentaba complacerle y calmarle constantemente, incluso si eso significaba olvidar mis propias necesidades y sentimientos. Vivía aterrorizada y me alejé de mis amigos y familiares, me avergonzaba de mí misma y no podía contar lo que me estaba sucediendo a nadie. Un día reuní todas mis fuerzas y abandoné a mi marido, pero ahora queda mucho que sanar para volver a ser yo misma de nuevo. Así que cuando me enteré del programa que estaba lanzando Free Dreams, gracias a la financiación de las Damas de Turre, me puse enseguida en contacto con Susana.
Me cuenta Verónica que, durante la primera sesión de psicoterapia asistida con caballos, se dio cuenta de lo débil que se siente y cuánta ayuda necesita. Nunca había tenido experiencia alguna con caballos. Me emocioné muchísimo cuando ese animal tan bello y grande me acarició con el hocico. Fue como si el caballo pudiera notar el dolor emocional que sufro e inmediatamente me sentí consolada y en calma. Hubo un vínculo inmediato entre los dos y en algún lugar profundo de mi corazón sentí la esperanza y la confianza de que este magnífico caballo me va a ayudar a recuperar mi fuerza y autoestima.
La vida es como es, te sorprende, te ofrece el lado más repulsivo de algunas personas y el más amable de otras. Ochenta y dos mujeres británicas, las ‘Damas de Turre’ se denomina el grupo, dedican parte de su tiempo, esfuerzo y dinero a obras de carácter social. Un buen día decidieron destinar parte de sus fondos a la ayuda de mujeres que se encuentran en situaciones de desamparo anímico tras una experiencia de violencia doméstica, o de género, o como quieran llamarlo. Para ello, contrataron a una experta en psicoterapia asistida con caballos, Susana Salamanca.
Susana Salamanca cuenta y no para de casos de violaciones sexuales a mujeres en el seno familiar, de agresiones físicas, de aniquilamiento de la personalidad. Ella imparte de forma gratuita, gracias a las Damas de Turre, sesiones de psicoterapia asistida con caballos a mujeres que hayan sufrido violencia doméstica, como es el caso relatado por las dos mujeres que, lógicamente, quieren mantener el anonimato.
Bien, Susana, te llega una mujer que ha sido objeto de maltrato y necesita de tu ayuda, ¿qué le dices? Primero escucho su historia, puesto que cada caso es muy particular; después, entre las dos, marcamos un objetivo general de todo el proceso: recuperar la autoestima para poder tomar decisiones con las que rehacer su vida. También establecemos pequeños objetivos por sesión, el progreso paulatino de la evolución personal. A partir de ahí comenzamos a interactuar con el caballo. Yo les pido que se den un paseo tranquilo y que decidan con qué caballo quieren trabajar la psicoterapia o, a veces, es el caballo quien te elige a ti.
Susana Salamanca me explica algunas de las actividades que diseña para cada mujer que asiste o quiera asistir a la psicoterapia con caballos. Como aquí, en este espacio no hay cabida para más, les dejo su teléfono -661734617- por si en algún momento, Dios no quiera, lo precisan.
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