Gabriel, la persona más inocente del mundo

El autor, periodista, ha publicado este artículo en `El Periódico de Barcelona`, ya que tiene una vivienda muy cerca del lugar donde desapareció Gabriel

El pequeño Gabriel Cruz Ramírez.
El pequeño Gabriel Cruz Ramírez. La Voz
Manuel Vilaseró
01:00 • 07 mar. 2018

Cuando Gabriel tiene algún indicio de que hemos llegado a Hortichuelas Bajas, se acerca siempre corriendo desde la casa de su abuela Carmen para buscar a su amigo Martín, mi hijo de 11 años. “¿Ya estáis aquí? Sois la alegria del pueblo”, le dijo la última vez, esta Navidad, a mi mujer.




Gabriel entra siempre en la Casa del Volcán, nuestra vivienda, con la sonrisita en la cara y una ristra de preguntas en la boca. Que si cuándo habéis llegado, que si cuándo os vais, que si dónde está Mateo, el hermano mayor. No es nada tímido, como algunos han difundido. Al contrario. Es muy ocurrente y educado. Sabe relacionarse con los adultos mucho mejor que otros niños de su edad. Y que algunos adultos.




Inconcebible
Es de los niños que se hacen querer enseguida. Como ha dicho Patricia, su madre, es inconcebible que nadie pueda querer hacerle daño.




También es miedoso. Consciente de su corta edad, no se aventura en solitario a hacer ninguna de las excursiones que la pandilla de amiguetes suele emprender. Y obediente. Siempre vuelve a comer o a dormir a la hora que le ha marcado su padre. Todavía recuerdo una noche de verano que nos suplicó que le acompañáramos a casa porque le daba miedo el camino al estar muy oscuro. Le llevamos de la mano y nos reímos entonces de sus temores.

Una de nuestras frases predilectas era que el lugar era perfecto para nuestros hijos pequeños porque salían por la puerta y no había que preocuparse por ellos. “Aquí no les puede pasar nada”, decíamos todos los padres. Además de la tranquilidad del lugar, contamos con varios vecinos, como Rosa García, la tía abuela del niño, que viven todo el año allí y siempre están al tanto de todo lo que pueda pasar. O Consuelo, la vecina que oyó un fuerte portazo de un coche coincidiendo con el momento en que Gabriel se ‘perdió’ en esa senda de 100 metros, la misma que recorre saltando para darnos la bienvenida.

Es verdad que la zona es agreste. Forma parte del parque natural del Cabo de Gata. Pero el entorno inmediato de la población no lo es. No tiene barrancos ni otras zonas donde pasear sea peligroso. Algún que otro pozo y unas balsas que los mismos vecinos ya rastrearon antes de que lllegara la Guardia Civil la noche del martes.  




No se perdió
Todos los vecinos, incluso nosotros, que solo lo somos de temporada, estamos convencidos de que Gabriel en realidad no se perdió. Es imposible. El camino lo había hecho cientos de veces, muchas de ellas acompañado de Martín. Como mucho, subía al montículo que acaba en una pequeña balsa para construir una cabaña o cazar saltamontes. Siempre acompañado de algún colega de más de edad.

Alguien lo ha estado acechando hasta que se lo ha llevado por razones personales. Solo esperamos que lo tenga secuestrado en algún cortijo aislado de los muchos que hay en la zona y se apiade de él, la persona más inocente del mundo. Mabel, Gema, Unai, Jaime, Javier, Martín, Juan y Mateo, sus compañeros de pandilla, no piensan en otra cosa tras conocer una noticia que desean sea solo una pesadilla que se desvanecerá al despertar.

Este artículo, publicado en El Periódico el pasado viernes 2 de marzo, se reproduce aquí con el permiso expreso del autor.







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